lunes, 18 de junio de 2012

Nuestra exclusiva visión de Depestre


ISWE LETU: UNA TRADUCCIÓN CORAL DE RENÉ DEPESTRE

Título: Omisión de socorro a poetas en peligro
Autor. René Depestre
Edita. Fundación Sinsonte
Año: 2008


La Fundación Sinsonte, pequeña editorial zamorana, editó hace poco más de un año, en el 2008, el poemario Omisión de socorro a poetas en peligro del poeta haitiano René Depestre. Por cierto, magnífico trabajo el de esta editorial ofreciéndonos en primicia creaciones de escritores caribeños practicamente desconocidos para la mayoría. Empeño más meritorio pues lo suponemos sin objetivos de lucro. Desde luego no es oportunista. Por la fecha se constata que el sismo no fue el motivo de su edición.

Omisión de socorro a poetas en peligro se muestra ahora en pentagrama castellano; son los versos de este excelso poeta caribeño; versos que dejan claro ante el lector que la poesía, la auténtica, no tiene origen social alguno. Pueden nacer en un palacio o en una casa humilde. Otra cosa es que los asuntos que tratan las poesías sean motivados por un origen de clase concreto o por el instante histórico en el que brotan.

Con un prólogo de Joëlle Guatelli-Tedeschi, Omisión de socorro a poetas en peligro, es una traducción coral que dirige ella misma y Adoración Elvira Rodríguez. Este coro pertenece al Seminario de Traducción Literaria Colectiva, Departamento de Traducción e Interpretación, Departamento de Filología Francesa, Universidad de Granada. En una labor colectiva todos aportan su grano de arena por lo que nombraremos a todos y cada uno de los miembros del Seminario de Traducción: Zahira Carles Navarro, María domínguez Gómez, Lorena Garía Moros, Antonio Pérez Ordoñez, José Antonio Ramos Pérez, Francisco Javier Rodríguez Cantueso, María Ruiz Velasco y Francisco Salas Cañizares, dirigidos por las dos más arriba citadas; la traducción es revisada por Antonio Carvajal Milena.

Omisión de socorro a poetas en peligro es un poemario compuesto de tres partes denominadas movimientos; a saber: 1º, ¿Quién teme a la historia sin fin?; 2º, Odas a lo real maravilloso femenino y 3º, Mitos sin norte. Es el testamento poético de René Depestre porque la edad le dice que tiene los años contados. Testamento que acaba en epitafio: Cuando vuelva su canto al polvo / de los caminos, plántenle un jardín / con frutas mañaneras de un abril imposible.

Nuestra exclusiva visión de Depestre

Ignoramos si René Depestre leyó a Machado (D. Antonio). Puede que si o puede que no. El hecho de nombrarlo se debe a que ese epitafio nos ha recordado a nuestro Machado. Y elogio de Toussaint Louverture, en este poeta haitiano, nos ha llevado a parar mientes en que el poeta de Campos de Castilla, poco antes de morir, elogió a Enrique Lister, Comandante del V Regimiento en la Guerra Nacional Revolucionaria de 1936/39. Y su ternura así mismo nos parece una ternura machadiana. Nos apetece verlo así. Qué le vamos a hacer. Pero avisamos de que cualquier parecido con la realidad de lo que a continuación se dice tal vez no sea mas que mera coincidencia.

Omisión de socorro a poetas en peligro se abre con un canto a Toussaint Louverture, al huevo fresco de su rebeldía (*), al capitán rebelde que tañó las primeras campanas de la curación para el desdichado pueblo haitiano. ¿Por qué ese canto ya al principio? La explicación para nosotros parece clara: luego de haber recorrido largo tiempo de su vida militando por la libertad y por la independencia de los paises colonizados, contra la dictadura de su país, primero por libre y luego encuadrándose en partidos marxistas leninistas en varios paises del mundo: Checoeslovaquia, Argentina, Brasil, Chile, Cuba... Y tras haberse dado de bruces con la burocracia, de haber asistido a la desunión de dirigentes revolucionarios... ahora, ya libre de mitos y utopías de presa su cuerpo, cuando piensa que eso por lo que luchó se ha esfumado, transformándose en ceniza, en polvo; materia en la que pronto se convertirá él mismo; ahora, precisamente ahora, que aun le hierve la sangre adolescente, se queda con lo que dio resultados fehacientes en la historia patria: la rebelión negra dirigida por Toussaint Louverture que logró liberar al pueblo haitiano de la esclavitud e independizarse del imperialismo francés como país.

De modo que reivindica, vota por eso, por la rebelión. Armada, claro está, si no fuera posible otra vía; rebelión para evitar el eterno retorno del látigo; rebelión para lograr el arte de vivir en democracia, en libertad, junto a otros, aunque su pensamiento tenga matices diferentes al nuestro; vota por eso: por la rebelión contra las infamias de la fe y la nación; que es votar contra los mercaderes blancos o negros de la globalización.

Este mestizo del golfo, con raices de Jacmel, reivindica además, porque es descendiente de esclavos, la Negritud, piragua llevada por los poetas Senghor y Cesaire; pero no una Negritud exclusiva, racial, étnica; sino una Negritud universal sin escala en la sal racial de las tormentas; en ella entrará Neruda, con su olor a flores y a pan recién cocido; un Neruda que va contando la aventura rota de los sueños; con él y con un grupo de amigos, menos famosos que los poetas nombrados, y con las mujeres que tanto amó, mujeres que saben dar al hombre, a su júbilo, la ligereza del colibrí; con todos y con todas formará una bando de ruiseñores de la libertad; banda dedicada a sembrar, cuidar, regar y recoger trigos fraternos; banda con la que no temerá a bancas mundiales ni a los yanquis de la globalización.

René Depestre en el otoño de sus días reivindica también poemas de los años de infancia, porque él es un niño. Y así se retrata: niño poeta maravillado.

Una vuelta a la niñez que es lógica, natural y espontánea, a la mayoría de los ancianos. Solo que en él nace de la reflexión poética. René Depestre se ve niño y viejo al mismo tiempo. Si. Todo eso. Pero un viejo verde, como podemos leer en el segundo movimiento: Odas a lo real maravilloso femenino. Viejo tierno, alegre, verde; es decir: hombre reverdecido de alegre otoñada; viejo verde, venerable, que aun se empalma como toro al soñar en otra llama; verde, verdísimo, no gris, agrietado y caduco. Un viejo rebelde donde el ocaso haitiano enciende su quinqué en la frente desolada.

Su vida, llevada por el flujo imanado que regula sus días y sus viajes, retorna a la sangre rebelde adolescente. Y una vuelta a la niñez de poeta maravillado en verdecido ocaso. Es una luminosa otoñada, tierna, alegre, semejante a la de Machado; otoñada que nos lega en herencia y que resume en su epitafio; un epitafio que bien pudiera expresarse así: Cuando retorne su cántico a la polvareda de los caminos, hacedle unas exequias de labores y esperanzas plántándoles todos vosotros unos jardines con frutos aurorales de un abril imposible.

Es como si escribiera, o nos escribiera: he vivido, he luchado, me he rebelado contra las injusticias montado en el corcel de los sueños; y se me han ido, a mi, como humo, las utopias y los mitos; es, a mi, a quien se le han esfumado; a mi, que ya son, en mis viejos días, estrellas muertas; si, aquellos esquemas de antaño se me han hecho cenizas, polvo; yo ya tengo el cuerpo cerrado a utopías; solo me queda la rebeldía; una rebeldía sin acción; pero, vosotros, los que seguís ahí, vivos, jóvenes, rebeldes, hacedme un duelo de labores y esperanzas; es más: tratad de materializar esa primavera por la que luché para que brille el sol largo tiempo en mis cenizas; y a cada ofendido, como hermano, dadle mi fuego; a cada humillado, como amigo, ofrecedle la alegría de vivir: ese júbilo de un volver a empezar .

Testamento parecido a lo dicho por Machado: vivid la vida sigue, los muertos mueren y las sombras pasan; lleva quien deja y vive el que ha vivido: ¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!

Y René Depestre nos ha dejado en herencia su poesía y su ejemplo de vida rebelde; su teoría y su práctica de negro cimarrón por medio mundo, que en Omisión de socorro a poetas en peligro queda escrito para los años venideros. Amén.

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(*) La mayor parte de este escrito está hecho con versos de René Depestre, salvo unos pocos de Antonio Machado
 

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