lunes, 18 de junio de 2012

Emmanuel Dongala o Dongola y Cyprian Ekwensi


Ya sabemos que la realidad es cambiante. Así, lo que en un tiempo fue vanguardia del progreso y de la civilización mundiales, antaño, allende el tiempo, allende los tiempos, más tarde la encontramos en la Historia como el culo, valga la palabra, del mundo mundial.

De África sabemos que fue, antaño, allende el tiempo, allende los tiempos cuna de la Humanidad. Mas luego, por muy diversas causas, como la trata de esclavos, por ejemplo, ha venido a resultar emporio de hambrunas, cobijo de desplazamientos, hogar de exiliados, terreno de emigraciones, huidos en masa, dictaduras militares, matanzas, guerras étnicas y otras desgracias.

Para entender a nuestra madre África nos metimos, hace años, en historias, poesías, novelas, ensayos...

De entre la literatura que llegó hasta nuestras manos destacamos aquí, hoy, dos novelas: a) El Fuego de los orígenes de Emmanuel Dongala o Dongola; y Jagua Nana de Cyprian Ekwensi. Congolés y nigeriano. Respectivamente.

De hechuras muy distintas, ambas nos pueden acercar, mínimamente, aunque solo sea, a esa realidad, que se define como cambiante, de África negra.

El escritor congolés, Emmanuel Dongala, ha querido dejarnos toda la marcha de la Historia, de la Historia de África, desde la irrupción del colonialismo hasta nuestros día, en un relato casi épico cuyo personaje es Mankunku, nacido en una aldea, personaje que se va agrandando con el paso de los invasores.

En realidad es el despuntar o despertar de todo un pueblo africano que con las armas proporcionadas por la civilización blanca unidas a las que ya poseía la cultura autóctona camina hacia la independencia.

La otra novela es un relato urbano. De Lagos. Capital de Nigeria. Narra la vida de Jagua Nana: una prostituta, una ramera, una puta. Y nos muestra un local nocturno: El Tropicana. Junto a esta dama están chulos, vividores. Jóvenes ambiciosos, otras zorras, políticos corruptos... Y barrios miserables y barrios elegantes de la gran ciudad que es Lagos.

También, por qué no, el comercio, el África tradicional, tribal, agrícola. Sus jefes o caciques.

Pero sobre todo es la urbe la que sobresale. El lugar donde hoy se debate el futuro de África. Sin lugar a dudas.

Con estas dos obras podemos darnos cuenta de la inmensidad de un continente. De sus problemas, de sus conflictos.

Pero no debemos quedarnos ahí, en eso solo. Porque esas obras fueron escritas ya hace años. Y, como decíamos al principio, la realidad, la vida, cambia. Es muy probable que la sociedad haya cambiado lo mismo que la mentalidad de sus habitantes. El paso de los tiempos, de la Historia, enfrenta al hombre con nuevos retos. Y los africanos no son inmunes a esa variación del entorno.

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