martes, 26 de junio de 2012

Iswe Letu: Vejetes sordos y un facha paralítico


Diálogo de sordos

Un parque enorme en la gran ciudad. Pero podría ser en cualquier parte. En una arboleda unos viejos sordos reunidos. Los contempla un viejo paralítico en silla de ruedas al que acompaña un joven que tira del vehículo. Los vencejos chillan de gozo volando de acá para allá. De fondo, sonido de tráfico rodado. Cielo azul y, atravesándolo, una estela blanca de avión.

-Cada edad tiene sus virtudes -decía un vejete con voz hueca de sordo.

-¡Qué! -interpelan los otros.

Repite la frase con oquedad mas elevada.

-¡Ah! Quien no se conforma es porque no quiere -contesta uno.

-¡Eh! -exclaman todos.

Repite las palabras.

-¡Oh! Una verdad muy mentirosa -piensa el realista.

-¡Uf! Verdad mas asquerosa... -reflexiona el achacoso.

-¡Bah! Aserto de perogrullo que ha hecho fortuna -piensa el pensativo.

-¡Hostias! Frase conformista donde las haya -se subleva el rebelde aunque le da igual.

El anciano paralítico mira al acompañante.

-Edad virtuosa desde donde quiera que se mire. ¿No, joven? Antes cada uno llevaba su carga. Ahora nos lleváis vosotros.

-¿Y quien no tenga ayuda? -interpela el mozo.

-¡Que se joda! En la lucha por la vida dominan siempre los que pueden.

-Eso es darwinismo social, señor. Corriente filosófica cruel donde las haya.

-Será lo que sea, pero... mira, ¡que no hubieran nacido!

El joven asombrado lo contempla.

-¡Ah, si!... ¡Joder!... Pues aquí te quedas, facha -afirmó el joven dejándolo en medio del parque. Y se perdió entre la arboleda.

Los chillidos de los vencejos ahogaron las protestas del viejo paralítico. El cielo estaba limpio. Sin estelas de aviones. Aves rapaces sobrevolaban el parque. El tráfico de la gran ciudad continuaba con su sordo ajetreo. Los vejetes sordos se habían retirado. Los seres vivos se disponían a comer. Hora del mediodía.

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