viernes, 3 de diciembre de 2010

Mía Couto: Muerde o besa

El río ora muerde, ora besa la orilla del río.

Mía Couto en 'Cronicando'

miércoles, 17 de noviembre de 2010

José Mª Amigo Zamorano: Momentos con José Luis Quirós Manjón “Pipas”

Un amigo se fue

Siento punzantes descargas
hielos que eternizan el vaivén
por las sendas del crucigrama.
Un amigo se fue solo,
encarnecido y pasmado
mientras yo soñaba
adormecido en pútrido confort,
que tiempo y ciudad
en trampa, cómplices, tendieron.



Fue un acto de rebeldía: decían que aquel era un antro de perversión, maldito y… por eso entré. Encontrándome con un bar mas bien pequeño, limpio, acogedor, con buena música roquera y hasta una bandera republicana; ah, eso si, con las paredes adornadas con algunas pinturas o dibujos fuera de lo habitual, o eso creí yo.
Entonces, ¿por qué de aquella fama canalla? Pasé buenos ratos a lo largo de dos o tres años con el dueño comprendiendo la animadversión que una parte de los habitantes de Las Navas del Marqués le tenían: era libre, independiente, descreído, hijo de gente humilde, le iba bien en la vida aunque trabajando mucho y seguía la máxima que reza eso de vive y deja vivir. Y, claro, no se perdonan tantas virtudes.
José Luis Quirós Manjón, apodado “Pipas” (se me ocurre ahora que el mote tal vez le viniera por el puesto de pipas y otras chucherías que su madre tuvo en la calle hasta edad muy avanzada), realizó en Madrid estudios superiores y siendo navero, como lo era, se consideraba también madrileño. Cuando podía, sobre todo en vacaciones, se acercaba a la capital. De modo que si le preguntabas donde iba a pasar las vacaciones respondía:

-En mi barrio, por supuesto –certificaba, asombrado de la pregunta.

Y allí, en su época de estudiante –según me dijo- los fascistas mataron a un amigo suyo.
Pipas tenía ideología anarquista. A su manera, como un legítimo anarquista, sin disciplina, cuando podía, militaba, porque entre su trabajo en Correos y su bar Mordor poco tiempo le quedaba para bregar por la utopía ácrata. Pero algo hacía y contactos, lo que se dice contactos, con algún grupo o ciertos elementos anarquistas, tenía; eso no cabe duda; a mi me pasó ejemplares del boletín ‘Molotov’; en varias ocasiones. Su rebeldía se puso de manifiesto en las manifestaciones que se hicieron en Las Navas del Marqués contra la Guerra de Irak y el trío de las Azores sacando una pancarta sencilla pero contundente que dio mucho que hablar: ‘Aznar, hijo de puta’. O algo así.
El que haya leído hasta aquí estos recuerdos, que de corrido voy sacando, habrá notado que el nombre del bar, Mordor, tampoco es un rótulo al uso: pertenece a la novela ‘El Señor de los Anillos’ que admiraba; sin embargo no fue él quien bautizó al local sino un hermano suyo que murió muy joven; hermano de viva inteligencia, según cuentan, que estaba destinado a dar algo bueno a la Humanidad pero que la vieja dama de negro, guadaña en mano, se lo llevó para siempre; como se ha llevado ahora, años después, a los 52 años a José Luis. ¡Qué pena, madre, qué pena!
Pipas me contaba que su hermano no solo dio nombre al bar sino a las hamburguesas que servía al hambriento cliente que por allí pasara; por lo que, siguiendo a la novela citada, asignó con nombres de personajes de la misma como ‘Trol’ o ‘Crol’ que eso no me acuerdo. En Madrid también estudió Miguel, otro hermano de Pipas, con el que siempre me he llevado bien. Aun tenía otro hermano al que apenas conozco.
Recuerdo ahora, con la pena atemperada por los buenos momentos, algunos de ellos: el primero, cuando le comuniqué mi proyecto de de hacer una revista.

-Cuenta con el anuncio de mi establecimiento.

Eran 10.000 de las antiguas pesetas. Para él todo un sacrificio. No porque no tuviera dinero, que lo tenía, sino por el hecho de desprenderse de algo que le costaba ganarlo. Para esos que no valoran el esfuerzo su postura era la de un agarrado o tacaño. Otros sin embargo comprendían su actitud: uno como Pipas que bregaba noche y día, dormía poco, sabe lo que es trabajar, lo que es sudar, y le cuesta desprenderse, así porque sí, del fruto de su trabajo. La revista salió con numerosos anuncios, entre ellos el suyo. Ya nunca se quedó sin anunciarse. Hasta que la revista cerró.
Otra vez, estando yo cercano a la depresión, por mis problemas con las autoridades municipales, le dije que me fumaría un porro todos los días a ver si así lo superaba.

-Con eso no vas a superar los problemas. Así no. ¡Vamos!... A ver si me entiendes… No es que yo quiera llevarte por donde no desees… Allá tu. Ya eres mayorcito.

Recordé entonces a Beaudelaire; el poeta francés, adicto a las drogas, las denomina ‘paraísos artificiales’. Tenía razón Pipas
Otro momento inolvidable del que me reí muchísimo fue cuando me dio a leer un libro. Fue así: llegué un día por la tarde; era jueves; tenía en el mostrador la revista humorística ‘El Jueves’; comencé a hojearla; se acercó a mi, después de atender a unos clientes, y me dijo:

-Toma, lee este libro que trae hoy la revista. A ver qué te parece...

En la portada el título rezaba: ‘Los pensamientos del presidente Aznar’. Lo abrí. Pasé las primeras páginas. Seguí adelante. Se me abrió la sonrisa. Continué y comencé a reírme. Según pasaba más y más páginas me reía a mandíbula batiente. Al final prorrumpí en sonoras carcajadas. Las páginas estaban en blanco. El blanco me hizo cosquillas y no dejaba de desternillarme. Fue inolvidable. Supongo que te acuerdas. ¡Verdad?
Sería interminable seguir... pero aun me acuerdo de cuando me llevaste a ver a Agustín García Calvo. Bueno, tú me llevaste, pero yo te lo presenté. Lo admirabas de la época de estudiante. Por ácrata. O cuando me llevaste a repartir el correo por la Ciudad Ducal y el Barrio de la Estación. Por cierto, que por tu interés un día trajiste a la Biblioteca Pública de Las Navas del Marqués un cajón de libros que te dio un señor de la Ciudad Ducal. Entre los libros, recuerdo, estaba un ‘Ulises’ de Joyce de una editorial argentina que posiblemente tenga ahora un gran valor.
Y hablando de libros ya sabes que nos prestamos algunos. 
Por cierto, hace un año aproximadamente hablé con Pipas; hacía tiempo que no lo veía; yo me había vuelto hogareño y doméstico y no iba ya por los bares, ni casi por la calle; hablamos; me dijo:

-Tengo que devolverte el libro que me prestaste.

-¿Cuál?

-El de Blanco Chivite, ‘Para hundir la moral a cualquiera’.

-¡Ah, es verdad.

Tomamos un vino en los ‘Trece roeles’; bueno, un vino yo, él una cerveza; le recordé los escritos que ponía de vez en cuando en el tablón de anuncios de su local; que por qué no los publicaba; que no tenía tiempo; que yo se los ponía en Internet abriéndole un blog con su nombre; que yo tenía tiempo; estaba jubilado; me dijo que bueno; que me daría poco a poco los papeles; que los tenía guardados:

-Pasas mañana por el Mordor.

-Vale, pasaré…

Lo cierto es que no pasé. No recuerdo ahora el por qué. Ahora que lo pienso, no estaría mal, en recuerdo del amigo Pipas, írselos pasando a un blog. Pero… ¿qué habrán sido de ellos?... ¿Los habrán tirado?... Un día se lo diré a Miguel. Si lo veo.
Nada más, sirva el poema de la cabecera, que él escribió para el primer número de la revista ‘Caminar conociendo’ que edité, como remate de este recordatorio de José Luis Quirós Manjón, alias ‘Pipas’.
Te recordaré hasta que yo esté de cuerpo viviente. Después… no va a ser posible. Ya lo siento.
__________
Un amigo se fue

Siento punzantes descargas
hielos que eternizan el vaivén
por las sendas del crucigrama.
Un amigo se fue solo,
encarnecido y pasmado
mientras yo soñaba
adormecido en pútrido confort,
que tiempo y ciudad
en trampa, cómplices, tendieron.



José Luis Quirós Manjón

martes, 17 de agosto de 2010

Radio Centenario: entrevista de Chury a James Petras


James Petras: El hecho de que las FARC existan, es un factor para que Colombia no esté atacando a Venezuela

Hace dos semanas un investigador muy serio, colombiano, publicó un libro que se llama La Guerra Contra las FARC y La Guerra de las FARC y muestra que en los últimos dos años los guerrilleros han consolidado su influencia sobre un tercio del país y que el régimen de Bogotá de Uribe-Santos solo controla la mitad del país, que sí es cierto que los guerrilleros en el 2008 sufrieron algunos golpes duros, pero que desde el 2009 hasta agosto del 2010 han dejado fuera de combate a más de 3 mil soldados colombianos; que las FARC han avanzado en el último período; por esta razón ahora Santos está debilitado en cualquier campaña con Venezuela, porque las FARC han recuperado enorme capacidad y el ELN también se han recuperado y han avanzado. Es imposible ahora para Santos pensar en alguna agresión contra la frontera con Venezuela".

Chury: Estamos en contacto telefónico con James Petras desde Estados Unidos, ¿como estás?...

Petras: Estamos bien, con mucho calor, mucho sol, tenemos una excelente cosecha de la huerta; muchos tomates este año; contentos por lo menos en la auto alimentación.

Chury: Muy bien. Quería aprovechar este inicio para decirte que el otro día estuvimos conversando por estos micrófonos con un dirigente de la tendencia revolucionaria de El Salvador; concretamente con Vladimir; escucha y lee estos programas y tiene una gran admiración por lo que haces; nos habló maravillosamente de ti; por eso en el comienzo de esta conversación le quería mandar un gran abrazo allá, en El Salvador, y a toda la gente de por allí que escucha y lee...

Petras: Eso es muy importante para mi, este apoyo y este aprecio, porque viene de militantes comprometidos con la lucha y es algo que mi impulsa a seguir con los estudios, informaciones y conferencias.

Chury: Bueno, nosotros estamos también muy contentos de saber, además, como se escucha y se lee lo que uno, modestamente, dice; yo te agradezco muchísimo el aporte y voy a preguntarte lo de siempre: ¿en qué estas trabajando en este momento?...

PetrasPues en tres cosas; primera: sobre esos acontecimientos en Pakistán, Rusia, China, India, las inundaciones, los fuegos y lo que llaman los medios 'desastres de la naturaleza'; segunda: acerca de las relaciones de Venezuela-Colombia; y la tercera: las revelaciones documentales de Wilky Leaks; y la importancia de estas revelaciones para la política mundial y particularmente para el mundo esté informado sobre lo que verdaderamente está pasando en Afganistán y otras regiones del conflicto.

Sobre Pakistán todos los medios hablan de las inundaciones, de los millones y millones de desplazados y también  se refieren en muchos reportajes sobre los desaparecidos y los muertos; pero falta una mención esencial: sí, es cierto que hay mucha lluvia, que hay inundaciones, pero no explican por qué no hay ninguna protección, ningún sistema de control sobre los ríos; no existe ninguna discusión sobre medidas preventivas como los sistemas de riego que pueden capturar las aguas; no hay medidas sobre la construcción de casas, de ciudades; y más que nada no hablan de la política que siempre está íntimamente vinculada con los actos de la naturaleza. Es decir, nadie puede evitar las lluvias, es verdad; ni que los ríos empiecen a crecer, pero sí sabemos que hay sistemas de protección y control sobre los flujos fluviales; como sabemos igualmente que los afectados no son de todas las clases sociales. Lo que hemos podido ver es que la gran mayoría de las víctimas son campesinos pobres que están ubicados en terrenos precarios porque están desplazados de los lugares más seguros por los grandes especuladores inmobiliarios. Y ¿por qué el gobierno de Pakistán no puede construir barreras y controles? Porque Pakistán está dirigido por un gobierno pro-norteamericanos y sirven sus discursos para canalizarlos a los militares que son los responsables de desplazar a las personas de los lugares en conflicto y colocarlas precisamente en los lugares más precarios. Si Pakistán dirigiera el dinero, los millones, no para ir a la guerra en beneficio de los Estados Unidos, esos dineros y las tropas se encaminarían a la protección de la población. Entonces estos desastres humanos no ocurrirían o por lo menos lo harían en un grado mucho menor.

Lo mismo pasa con China ahora. Antes, durante el periodo comunista, tenía un sistema de control de los ríos: millones de campesinos, en las comunas y en las granjas colectivas, cuidaron siempre el sistema de riego y la construcción de protección de los ríos. Ahora no, cada cual anda por su cuenta. Y no hay ningún trabajo colectivo que pudiera construir esta protección. Cada pueblo, cada aldea, depende de un estado centralista y al estado solo le interesan las ganancias, el aumento de producción. Pero, ¿qué aumento de producción cuando cada año hay inundaciones y cientos de campesinos son desplazados, y millones pierden sus cosechas?

En la India lo mismo: desde hace 20 años están encauzando toda la política al capital privado abandonando el campo, donde todavía la gran mayoría vive en situaciones muy precarias. A pesar que India y China tienen tasas de crecimiento alto. Pero la tasa de protección contra los actos de la naturaleza son cada vez menores; por esa razón hemos visto estos fenómenos llamados 'catástrofes'. Pero debemos situarlos en un contexto de política económica. Si hay lluvias, ¿por qué tienen este efecto? Es por la política, por el neoliberalismo. El capitalismo en estos países ha dado poca importancia a la infraestructura para proteger a los pueblos de estas lluvias e inundaciones. Por eso debemos ubicarlos en un contexto político. No hay una gran movilización de defensa civil; solo tienen soldados y policías para reprimir a la población. No tienen un sistema como antes: durante el comunismo tenían sistemas de protección civil.

Y en Rusia han recortado los presupuestos de control forestal, por eso hay estos fuegos y esta incompetencia total. Porque el enfoque es cómo estimular las grandes empresas cortando los árboles y no cómo movilizamos empleados y especialistas en control de fuego. Ahora está totalmente fuera de control. Incluso el fuego ha quemado una base militar, ha destruido 300 aviones y helicópteros; porque los militares no saben como reaccionar ante un fuego; solo saben comer y gastar dinero. Eso me parece importante. Y los medios de comunicación nunca hablan de la política porque son favorables al liberalismo, al guerrerismo en Pakistán, Rusia, India y China.

Chury: Seguimos con la temática, no sé si vamos a los documentos o a lo que tu quieras...

Petras: Si, a los documentos Wilkyleaks: Estados Unidos acusa a las revelaciones y a los reveladores de haber creado problemas de seguridad nacional. Pero, ¿cómo puede ser posible que las revelaciones, que nos muestran asesinatos realizados por funcionarios militares norteamericanos, sean un problema de seguridad nacional? ¿Cómo puede ser un problema de seguridad nacional el hecho de que nos muestren cuántos civiles matan los Estados Unidos en sus operaciones de comando? ¿Cómo puede ser un problema de seguridad nacional el hecho de que esos documentos nos expliquen cómo mienten los medios de comunicación, la CNN y los otros programas? ¿Es un problema de seguridad nacional el hecho de que los documentos internos hablen de fracasos y derrotas y pérdida de influencia cuando nos están diciendo esos medios de comunicación que EE.UU. está avanzando en todos los frentes?

Ahora hay una campaña de castigo contra uno de los militares patriotas, responsabilizándolo por la transferencia de los documentos. En una entrevista con este sargento él dice que sentía vergüenza por lo que está pasando en Afganistán, donde matan civiles y dicen que son talibanes o de Al Qaeda u otro grupo. Los revelaciones de Wilkyleaks son muy importante para que todo el mundo los estudie y para que vea el contraste entre los reportajes de prensa y lo que realmente está pasando. Los esfuerzos por castigar la publicación son simplemente para tratar de evitar enfrentarse con lo que realmente son estas guerras: no son contra el terrorismo, son guerras contra pueblos enteros, contra países enteros. En Internet todos los oyentes de Radio Centenario deben leerlos y consultarlos; están en inglés, pero es importante que alguien los traduzca al español, por lo menos los documentos más importantes

Terminaremos con la discusión entre Colombia y Venezuela. En primera instancia debemos saber cómo Estados Unidos utiliza a Colombia como trampolín para ejercer presiones y tensiones y guerras sicológicas contra Venezuela. Estados Unidos está desesperado por derrocar el gobierno del presidente Chávez. Las medidas han fracasado y Colombia ha pagado un precio económico enorme porque Chávez cerró la frontera y Colombia pierde unos 4 mil millones en comercio, perjudicando a muchos productores industriales, comerciantes y transportistas. Ahora viene el nuevo presidente Santos y ofrece rectificar la política; pero rectificar en un contexto en que el presidente Chávez ataque a los guerrilleros. Eso me parece a mi parte de la política de Colombia. Primero Uribe denuncia campamentos de guerrilleros en Venezuela sin ninguna prueba. Pero utilizan eso, ellos, para presionar a Chávez a fin de que aumente sus críticas a los guerrilleros. Ellos sabían que Venezuela no permite santuarios a las FARC y al ELN. Simplemente están utilizando eso para Chavez diga no solo que no está apoyando a esos grupos, sino para que los denuncie y presione para que dejen la lucha armada buscando formas pacíficas de hacer política. ¿Y por qué hay tanta preocupación con las FARC? Hace dos semanas un investigador muy serio, colombiano, publicó un libro que se titula La Guerra Contra las FARC y La Guerra de las FARC y muestra que en los últimos dos años los guerrilleros han consolidado su influencia sobre un tercio del país y que el régimen de Bogotá de Uribe-Santos solo controla la mitad del país. Y que, sí es cierto que los guerrilleros en el 2008 sufrieron algunos golpes duros, también es verdad que desde el 2009 hasta agosto del 2010 han dejado fuera de combate a más de 3 mil soldados colombianos. Que las FARC han avanzado en el último período. Por esta razón, ahora, Santos está debilitado para cualquier campaña con Venezuela, porque las FARC han recuperado enorme capacidad; y el ELN también la ha recuperado; y han avanzado ambos. Es imposible, ahora, a Santos pensar en alguna agresión contra la frontera con Venezuela porque tiene que desplazar tropas hacia otros lugares para evitar o controlar este avance de los guerrilleros. Y para evitar o controlar las bajas que están sufriendo en gran escala. Eso me parece algo importante: el hecho de que las FARC existan es un factor para que Colombia no esté atacando a Venezuela. Es absurdo que el presidente Chávez diga que ellos deben dejar la lucha armada. Si uno investiga lo que pasaría con las FARC cuando dejaran la lucha armada y trataran de insertarse en la política, ve que sufrirían muchos asesinatos, muchos encarcelamientos y muchas amenazas. Antes de hablar de Colombia y la política interna, Chávez debe consultar a la Organización Internacional de Trabajo donde dice que Colombia es el lugar más peligroso para los sindicalistas que operan abiertamente, y que los grupos de derechos humanos han declarado que Colombia es el lugar más peligroso para ellos. Entonces, si las condiciones para la inserción política que pide Chávez, si las condiciones no existen, ¿por qué pide que cometan haraquiri, suicidio? Debe decir primero que el señor Santos debe negociar con las FARC condiciones auspiciosas que permitan entrar a las FARC en la política. Debe hablar de los 4.5 millones de campesinos y obreros desplazados en los 8 años de Uribe para crear condiciones sobre su inserción en el sistema productivo. Pero tirarse, así, para ganar mérito con Santos, atacando a las FARC, en esta forma, me parece algo de mal gusto por parte de Chávez. Aunque es una expresión de la volatilidad de Chávez, un día rompe relaciones con Colombia y otro está próximo a visitar a Santos criticando a las FARC. Es un ejemplo de la inestabilidad de la política externa de Chávez. Nosotros, independientes, debemos mantener nuestra independencia de cualquiera de los grandes líderes que tienen que servir sus propios intereses diplomáticos, el costo de los movimientos populares en otros países.

Chury: ¿Ese tipo de actitudes no abordan o no producen a la larga un gran desgaste también?...

Petras: Bueno, uno puede decir que sí. Puede provocar desconfianza pero también hay una lección aquí. Uno debe recordar de los años anteriores: recordamos que la URSS y China, incluso Cuba, a veces, mantuvieron el internacionalismo, pero otras veces, han utilizado su influencia en los movimientos de países en lucha para ganar ventajas en su política de Estado. Si es cierto que Chávez tiene derecho a mejorar las relaciones con Colombia y debilitar el uso de Colombia por parte de Estados Unidos. Pero, por otro lado, no debe meterse en lo que los movimientos están haciendo en Colombia, Ecuador o en cualquier otro país para mejorar sus condiciones políticas, económicas y sociales. Aunque es casi inevitable. Las cancillerías de los países no son precisamente centros de solidaridad internacional. Muchos funcionarios son de la vieja escuela y siguen pensando en lo que llaman realismo que es, simplemente, buscar y mejorar las ventajas a corto plazo sobre las consideraciones a largo plazo en el marco internacionalista.

Chury: Muy bien Petras, como siempre te agradezco este análisis, te mando un abrazo desde Montevideo-Uruguay

Petras: Muchas gracias, un abrazo para ti y para todos los oyentes
 
Tomado de: http://www.argenpress.info/2010/08/james-petras-el-hecho-de-que-las-farc.html

Hemos cambiado, en parte, la redacción para adaptarla a lectores españoles

viernes, 2 de julio de 2010

Iswe Letu: Ir a Perugia y quedarse en el camino

Iríamos a Perugia. Si. Por supuesto. La dirección lo había decidido.

En esa ciudad medieval italiana iba a celebrarse una conferencia o congreso (o como se llamara) por la paz. O algo por el estilo.

Recibimos la noticia con una mezcla de alegría (poca) y preocupación. Preocupación porque no nos sentíamos, en absoluto, capacitados para semejante misión cuasi diplomática. Y escasa euforia porque, para qué negarlo, nuestra timidez nos la constreñía a un espacio sumamente reducido. No la habíamos superado, entonces. Ni la superamos, después. Incluso, es ahora y va a más.

No obstante, acatamos la decisión de los superiores y disciplinados, como somos, y atizados, también,  eso no se puede ocultar, por la posibilidad de codearnos con la crema, y con la nata, de los jefes del orbe, preparamos la maleta y nos encaminamos, desde las tierras vascas, a los madriles. No sin antes vencer la resistencia casi numantina de la mujer y de otros familiares.

Recordamos, apenas, el viaje en tren porque fuimos todo el tiempo pasando del sueño de la gloria al infierno del ridículo que podíamos hacer en esa reunión. Quizás se nos quedó prendido en el magín del recuerdo el paso de la perifería montañosa, gris y verde de Euskal Herria al soleado, llano y marrón de las tierras de Castilla.  

Ya en la capital del 'imperio español' fuimos recibidos por M. B. Ch. y por R. M. en la sede del P. sita en la calle Libertad, número 7. Nos dieron algunos consejos por lo alto sin poner mucho empeño (eso nos pareció) y, presentándonos a los camaradas, que habían de aleccionarnos sobre cómo comportarse y actuar en tan magno acontecimiento del mundo mundial, hicieron mutis por el foro.

Como la ida, el viaje, la excursión, a la famosa urbe italiana, no sería ese día, nos acomodaron en la casa de T., un camarada. Era el responsable de esa parcela política. T. le llamaban, T. le apodaban, por T. era conocido de todos. Su nombre de guerra. Del tiempo del FRAP activo. Y, por lo que averiguamos, ese apodo o mote le venía por haber nacido en el barrio madrileño de Tetuan. Nos dijo que estaba separado de su mujer y los amores y cariños eran sustituidos por una camarada, hermosa, de muy buena planta, que, si la memoria no nos traiciona, ejercía la jefatura de las juventudes. Formaban ya, por lo que pudimos apreciar, una pareja estable. Él, recordamos en este momento, estaba muy orgulloso de haber educado en el ateismo a su hijo. En Albania. Y para mayor contento y satisfacción le había salido muy inteligente. En la mesilla de noche, otro detalle que guardamos en la memoria, tenía uno de los tomos de las obras completas de José Stalin que, confesaba, aun no lo había abierto.

Dormimos poco y mal. Nosotros. Nos cuesta adaptarnos a nuevas situaciones. Los ruidos de la calle, extraños para nosotros, nos inquietaban. La cama, incomodísima, hundía sus muelles, quizás algunos sueltos, en los riñones.

Por la mañana, con renovado impulso revolucionario, fuimos paseando hasta la calle de Libertad. Maravillados por cada cosa que Madrid nos ofrecía a la vista. Asombrados por el continuo ajetreo. Las idas y venidas de los coches. Los cambio de color de los semáforos. La altura de sus casas... La calle Libertad es una calle estrecha. Debe ser la parte vieja de la capital de España. Aunque no lo sabemos. Tocamos el timbre. Subimos en el ascensor. Viejísimo como la calle. Los que estaban en la sede nos saludaron muy amablemente. Con cordial talante y apostura. Los conocíamos de vista de otras reuniones.

La sede era un piso viejo ¡como no! que tenía numerosas salas. Recorrimos las diferentes habitaciones. En cada una de ellas estaban realizando alguna labor. Parecía tal que una oficina. Asi mismo sus tareas también parecían muy burocráticas: escribían a máquina, redactaban algún escrito, asesoraban a algún camarada o a varios, llamaban por teléfono, pintaban alguna pancarta... Veíamos todo ello y lo contemplábamos... como lo que éramos: seres provincianos o gente de pueblo, asombrados, maravillados, extasiados, arrobados, casi lelos... ¡Allí estaba el alma del P.!

Nos reunimos, más tarde, con uno de los camarada que nos presentara M. B. Ch. y R. M. El citado camarada nos explicó la táctica a seguir en el evento perugiano. Recordamos algunos movimientos: deberíamos arrejuntarnos (valga la palabreja de pueblo) con el dirigente ruso Mijaíl Sergéyevich Gorbachov para hacer un frente común en las deliberaciones contra las posiciones de los imperialistas yanquis y, en cuanto a la delegación española, trataríamos de acercarnos a Juan Mari Bandrés, un abogado vasco, dirigente abertzale de Euskadiko Ezkerra. Poco más recordamos... bueno, si, nos viene a las mientes aquello de que estaba cerca de Roma la población de Perugia y, por lo tanto, en descansos o recesos podríamos ir a visitar la 'Ciudad Eterna'. Había autobuses diarios. Por cierto, como cosa curiosa diremos que alguien, en uno de los despachos, alguien que había estado en Italia, nos mostró fotos de tipos 'típicos' de esa zona llamada Umbría: morenos, machotes, de mirada torva, como atravesado, feroces, nariz aguileña, pelo negro peinado para atrás, brillante y pegado al cuero cabelludo como si tubiera brillantina o fijador. ¡Cual rodolfovalentinos de aquel tiempo de que hablamos!

En la sede algún que otro suceso nos chocó, nos impresionó, nos preocupó, nos... Queremos subrayarlo porque nos parece significativo. Por ejemplo: estando reunidos con el camarada, que nos aleccionaba en una de las salas, llamaron a la puerta y entró pidiendo permiso, y creemos que hasta casi pidió perdón por interrumpir la charla, R. S. L. (hoy traductor señero) a quien conocíamos y, muy educadamente, solicitó que, el otro que teníamos enfrente dando la charla, le atendiera un momento por alguna cuestión que requería urgente atención, a lo que éste respondió que no, que estaba ocupado. Enseguida se daba uno cuenta de lo que trasmitían ambos: poca química entre ellos. R. insistió y, el que nos acompañaba, lo mandó salir de malas maneras. R. S. L. apretó los dientes y, sin decir nada, salió de la estancia.

No nos gustó nada esa escena. Se veía que no era todo oro lo que relucía el alma del P. Mucha literatura en informes y V. O. y luego resultaba que eran pocos y mal avenidos.

Fue pasando el día y, ya de noche, extrañados e inquietos, le preguntamos a T. (ya hemos dicho que tenía la responsabilidad en esa área) que cuándo salíamos y a qué hora.

-¡Ah, si! Es verdad. -dijo- Llamaré a los del MC que son los que se han encargado de organizar los autobuses.

Descolgó el auricular y habló con ellos. O eso pareció. Vaya usted a saber... Colgó el teléfono. Nos miró y sin inmutarse lo más mínimo nos espetó:

-Los autobuses ya han salido. Hace una o dos horas.

Y se quedó tan frío. 'Como acero bolchevique'. Sin haber leído el tomo de Stalin. Claro, él no había tenido que moverse de su sitio, ni gastar dinero en billetes de tren... Ni reñir con la mujer, ni ver llorar a sus hijos, ni inquietarse por la responsabilidad... Estaba a gusto en la silla del P. junto al teléfono y en el sillón del banco donde trabajaba. Luego, en un C. del P., poco tiempo después, fue elegido para el C. C. Puede que hoy sea todo un yupi. No nos extrañaría lo más mínimo.

Íbamos a ir a Perugia, pero no contábamos con que los autobuses se nos adelantaran dejándonos en tierra extraña, allá en los madriles. Íbamos a ir a Perugia y nos quedamos en el camino. Pero así fue la historia y la moral que la saque el que lo lea. ¡Ojo!, sin tener arte ni parte en el impresentable desaguisado. Aunque si  en el disgusto. ¡Se nos rompió el cántaro de leche!

martes, 29 de junio de 2010

Miguel de Cervantes: 'Con la iglesia hemos dado' (*) (1)

Hemos destacado aquí estos párrafos de la famosísima novela de Miguel de Cervantes
no por la frase del final acerca de la Iglesia, sino por el comienzo del capítulo del que los hemos tomado en el que hace una descripción, que a nosotros nos parece magistral, de la media noche en un pueblo cualquiera de Castilla
__________

Media noche era por filo, poco más a menos, cuando don Quijote y Sancho dejaron el monte y entraron en el Toboso. Estaba el pueblo en un sosegado silencio, porque todos sus vecinos dormían y reposaban a pierna tendida, como suele decirse. Era la noche entreclara, puesto que quisiera Sancho que fuera del todo escura, por hallar en su escuridad disculpa de su sandez. No se oía en todo el lugar sino ladridos de perros, que atronaban los oídos de don Quijote y turbaban el corazón de Sancho. De cuando en cuando, rebuznaba un jumento, gruñían puercos, mayaban gatos, cuyas voces, de diferentes sonidos, se aumentaban con el silencio de la noche, todo lo cual tuvo el enamorado caballero a mal agüero; pero, con todo esto, dijo a Sancho:

-Sancho, hijo, guía al palacio de Dulcinea: quizá podrá ser que la hallemos despierta.

-¿A qué palacio tengo de guiar, cuerpo del sol -respondió Sancho-, que en el que yo vi a su grandeza no era sino casa muy pequeña?

-Debía de estar retirada, entonces -respondió don Quijote-, en algún pequeño apartamiento de su alcázar, solazándose a solas con sus doncellas, como es uso y costumbre de las altas señoras y princesas.

-Señor -dijo Sancho-, ya que vuestra merced quiere, a pesar mío, que sea alcázar la casa de mi señora Dulcinea, ¿es hora ésta por ventura de hallar la puerta abierta? Y ¿será bien que demos aldabazos para que nos oyan y nos abran, metiendo en alboroto y rumor toda la gente? ¿Vamos por dicha a llamar a la casa de nuestras mancebas, como hacen los abarraganados, que llegan, y llaman, y entran a cualquier hora, por tarde que sea?

-Hallemos primero una por una el alcázar -replicó don Quijote-, que entonces yo te diré, Sancho, lo que será bien que hagamos. Y advierte, Sancho, que yo veo poco, o que aquel bulto grande y sombra que desde aquí se descubre la debe de hacer el palacio de Dulcinea.

-Pues guíe vuestra merced -respondió Sancho-: quizá será así; aunque yo lo veré con los ojos y lo tocaré con las manos, y así lo creeré yo como creer que es ahora de día.

Guió don Quijote, y, habiendo andado como docientos pasos, dio con el bulto que hacía la sombra, y vio una gran torre, y luego conoció que el tal edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo:

-Con la iglesia hemos dado, Sancho. 
__________
(*) El título se lo he puesto nosotros
(1) Capítulo IX de la Segunda Parte

martes, 8 de junio de 2010

REPARACION AFRICANA- ITRAP Spain: 20 años del mto panteras negras FOJA 1990-2010

REPARACION AFRICANA- ITRAP Spain: 20 años del mto panteras negras FOJA 1990-2010

Miguel de Cervantes: Que trata de humor escatológico (*)


Del Capítulo XX. 
De la jamás vista ni oída aventura que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acabó el valeroso don Quijote de la Mancha
*
¡Y riámonos un poco!
...

En esto, parece ser, o que el frío de la mañana, que ya venía, o que Sancho hubiese cenado algunas cosas lenitivas (1), o que fuese cosa natural –que es lo que más se debe creer–, a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él; mas era tanto el miedo que había entrado en su corazón, que no osaba apartarse un negro de uña de su amo. Pues pensar de no hacer lo que tenía gana, tampoco era posible; y así, lo que hizo, por bien de paz, fue soltar la mano derecha, que tenía asida al arzón trasero, con la cual, bonitamente y sin rumor alguno, se soltó la lazada corrediza con que los calzones se sostenían, sin ayuda de otra alguna, y, en quitándosela, dieron luego abajo y se le quedaron como grillos (2). Tras esto, alzó la camisa lo mejor que pudo y echó al aire entrambas posaderas, que no eran muy pequeñas. Hecho esto –que él pensó que era lo más que tenía que hacer para salir de aquel terrible aprieto y angustia–, le sobrevino otra mayor, que fue que le pareció que no podía mudarse (3) sin hacer estrépito y ruido, y comenzó a apretar los dientes y a encoger los hombros, recogiendo en sí el aliento todo cuanto podía; pero, con todas estas diligencias, fue tan desdichado que, al cabo al cabo, vino a hacer un poco de ruido, bien diferente de aquel que a él le ponía tanto miedo. Oyólo don Quijote y dijo:

–¿Qué rumor es ése, Sancho?

–No sé, señor –respondió él–. Alguna cosa nueva debe de ser, que las aventuras y desventuras nunca comienzan por poco.

Tornó otra vez a probar ventura, y sucedióle tan bien que, sin más ruido ni alboroto que el pasado, se halló libre de la carga que tanta pesadumbre le había dado. Mas, como don Quijote tenía el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos, y Sancho estaba tan junto y cosido con él que casi por línea recta subían los vapores hacia arriba, no se pudo escusar de que algunos no llegasen a sus narices; y, apenas hubieron llegado, cuando él fue al socorro, apretándolas entre los dos dedos; y, con tono algo gangoso, dijo:

–Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo.

–Sí tengo respondió Sancho–; mas, ¿en qué lo echa de ver vuestra merced ahora más que nunca?

–En que ahora más que nunca hueles, y no a ámbarrespondió don Quijote.

–Bien podrá serdijo Sancho–, mas yo no tengo la culpa, sino vuestra merced, que me trae a deshoras y por estos no acostumbrados pasos.

–Retírate tres o cuatro allá, amigo dijo don Quijote (todo esto sin quitarse los dedos de las narices)–, y desde aquí adelante ten más cuenta con tu persona y con lo que debes a la mía; que la mucha conversación (4) que tengo contigo ha engendrado este menosprecio.

–Apostaré replicó Sanchoque piensa vuestra merced que yo he hecho de mi persona alguna cosa que no deba.

–Peor es meneallo, amigo Sanchorespondió don Quijote.
__________
(*) El título es nuestro
(1) Laxantes, suavizantes
(2) Grilletes
(3) Cagar, evacuar, deponer
(4) El mucho trato

jueves, 27 de mayo de 2010

Omar Khayyam: Anémonas y Violetas (*)

III


Toda anémona que entretiene por si la tristeza del desierto,

excita la imaginación de los caminantes, causa su delicia,

quizás haya sido antes, en otro tiempo, sangre de un rey.

_

Toda violeta que despide su fragancia por los jardines,

arrebatando la sensibilidad de los cansados camelleros,

habrá sido, quizás, en rostro de mujer, señal de belleza.


-

(*) Versión de una rubayata de Omar Khayyam

jueves, 20 de mayo de 2010

Omar Khayyam: La Internacional y el Vino (*)

.
En la cima, en la cumbre, del mediodía el sol irradia la fulguración de sus rayos.

El creador de las jornadas echa vino dorado en la copa cincelada de las estrellas.

¡Bebe, compañero, bebe, con el corazón atravesado de júbilo, zumo de la uva,

que exaltará sin duda tu palabra en los primores de la elocuencia! ¡Embriágate!

Bebe el zumo fermentado por el heraldo de la aurora en la bodega de los tiempos.

Entonando himnos de amor y placer, él lo derramó todo en el corazón de los días.

Y tu tararea el canto alegre y combativo de la Internacional Obrera y Campesina.

__________
(*) El título es nuestro y la versión también

miércoles, 5 de mayo de 2010

Omar Khayyam: Sombra y Caminante (*) (1)

En el verde prado, la sombra de este árbol semeja una isla.
Caminante: no prosigas todavía.


Entre la ruta que llevas y esta sombra que gira con lentitud, 
hay quizá una invencible sima.

(*) Título nuestro
(1) Versión Libérrima

martes, 4 de mayo de 2010

José Melchor Gomis: Himno de Riego (*)

.

Música atribuida a José Melchor Gomis, nacido en Onteniente (Valencia) el 6 de enero de 1791. Parece que letra y música se escribieron en la marcha hacia Algeciras que emprendió Riego con 1.500 hombres cuando se sublevó (1820) contra el absolutismo de Fernando VII. Acompañó a las tropas revolucionarias que lucharon en Málaga contra las tropas de la reacción que mandaba O'Donell. Todos los progresistas, en sus tentativas liberales durante el siglo XIX, tuvieron en su boca estas estrofas. Es el Himno de la República Española, símbolo de libertad e independencia.

///

 Serenos y alegres,
valientes y osados,
cantemos, soldados,
el himno a la lid.
De nuestros acentos
el orbe se admire
y en nosotros miren
los hijos del Cid.

Soldados la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!.

El mundo vio nunca
más noble osadía
Ni vio nunca un día
más grande el valor
que aquel que inflamados
nos vimos del fuego
excitar a Riego
de Patria el amor

Soldados la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!.

La trompa guerrera
sus ecos da al viento,
horror al sediento,
ya ruge el cañón.
A Marte, sañudo,
la audacia provoca
y el ingenio invoca
de nuestra nación.

Soldados la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!

(Canción, con su propia ortografía, y texto aclaratorios tomados del libro 'Cantos de combate y vida'; página 71; ediciones JOVEN GUARDIA, // ya desaparecida //; JCE (M-L); C/ Arenal nº 1, 4º 1-28013, Madrid; el año de edición no lo vemos; aunque en lápiz aparece 'Irun 1986'; ignoramos si esa será una fecha correcta, pero podría ser aproximada; el lugar, como ya se lee, es Madrid)

Hay otras letras de este himno que se hicieron muy populares e incluso algunas de ellas hoy aun lo son:

Si los curas y frailes supieran
la paliza que les van a dar,
subirían al coro cantando:
"Libertad, libertad, libertad!"

Si los Reyes de España supieran
lo poco que van a durar,
a la calle saldrían gritando:
"¡Libertad, libertad, libertad!"

Un hombre estaba cagando
y no tenía papel
pasó el Rey Alfonso XIII
y se limpió el culo con él.

Dicen que José Torrijos
murió por cobarde y traidor
Mas murió con la espada en la mano
defendiendo la Constitución.

El Rey no tiene corona
que la tiene de cartón
que la Corona de España
no la tiene ningún ladrón.



jueves, 29 de abril de 2010

Juan Ramón Corpas: Nada que suplante a las sombras / Deus ez itzala egotz lezakeenik

 .
Nadie escoge la vida, la vida nos escoge
(Ez da bizitzea aukeratu duenik, bizitzak aukeratu gaitu baizik)
con su larga codicia de amante sorprendida
(bere gutizia luze maitale ustegabekoarenarekin,)
y nos busca en el sueño más blanco o más oculto.
(eta gure ametsik zuri edo gordeenekoetaraino datorkigu bila.)
Nadie recoge el latido con que ha sido engendrado
(Ez da ernarazi gaituen taupada aukeratu duenik)
pero el latido emerge de la sangre buscándonos
(odoletik azaleratu zitzaigun baina taupada gure bila.)
Y siempre nos encuentra y siempre nos alcanza.
(Eta beti aurkitzen gaitu eta beti atzematen ere.)
Por eso nuestra herida primera es la más fuerte
(Geure zauri lehenangoa horregatik dugu bere erstura okilean)
en su opaco rigor. Ella es, sólo, el tributo
(irmoena. Errepublikoari argia eskatzen dien)
umbilical que exige la luz de estas repúblicas.
(zilbor-zerga besterik ez da bera.)
(La historia es un menudo patrimonio, venimos
(Etxepare tatar bat dugu historia, -agian,)
para poblarla -acaso, simplemente por eso-.
(horrexegatik- gatoz populatzera.)
Esa es nuestra arteria, ese nuestro tesoro).
(Hori da gure zaingorria, hori gure altxorra).
Y, sin embargo, hay veces que la vida se estampa
(Badira, halere, uneak bizitza historia beraren)
contra la misma historia y, sin contar con nadie,
(kontra zaplatzen dutena eta, kontatu gabe inorekin,)
hay alguien que concita la muerte con su brazo.
(eta bada norbait heriotza bere besoarekin zitaratzen duena.)
Nadie escoge la muerte, entonces; nadie elige
(Ez da heriotza aukeratzen duenik, ez du isileratzerik ere)
el silencio. No hay nada que suplante a la sombra.
(hautatzen inork. ez da itzala egotz lezakeenik.)
Ni siquiera la leve consistencia de un verso.
(Ezta kopla baten kontsistenzia labankorrak ere.) 
-
(Del poemario "Antología Poética Vasca" (1) -Frankismoaren biktimei eta askatasunaren aldeko borrokariei omenaldia-", páginas 276, 277; Ediciones Vanguardia Obrera, S.A. //ya desaparecida//; calle Libertad, 7 tercero-derecha, Madrid 1987; traducción al euskera: Jon Arzallus Eguiguren (2); ISBN: 84-96293-38-3; D.L.: M-11182-1987; imprime: Gráficas Maluar, Sdad. Coop. Ltda)
(1) Antología dentro del 'Homenaje a las Víctimas del Franquismo y a los Luchadores por la Libertad'
(2) Que este poema sirva además para recordar la labor de Jon Arzallus Eguiguren quien tantos poemas tradujo y que no ha sido nombrado como se merece.

miércoles, 21 de abril de 2010

La vida de Estebanillo González: Ideas de Igualdad

.

"Llegábase el tiempo en que su Alteza cumplía años, y para celebrarlos, alabando el dichoso mes de mayo en que había nacido, hice un romance, y por dar a entender a algunos acaballerados fisgones de aquello que no entienden, que, muy presumidos de discretos, no estimaban mis versos, porque no eran de poeta con don o descendiente de godos, que también los pobres y humildes saben hacer cosas de ingenio, pues tienen un alma y tres potencias como los más poderosos, y cinco sentidos como los más calificados, y que no hay clausula en el testamento de Adán que dejase, como señor que era entonces de todo el mundo, a los caballeros mejorados en tercio y quinto en las aguas de Hipocrene, y a los pobres, herederos del caño de Bacinguerra; la una fuente del Parnaso con licores poéticos, y el otro caño cordobés con inmundicias selváticas."

...

"que el ser señores no consiste en la nobleza del solar ni en la grandeza del título, sino en dar muestras de serlo, ayudando a los desvalidos y favoreciendo a los que poco pueden, y honrando generalmente a todos; que para no hacer esto, poco me importa a mi ni a nadie que sea grandes o que sen pequeños."


Tomado de 'La vida de Estebanillo González'.

lunes, 29 de marzo de 2010

Edgar Lee Masters: HANNAH ARMSTRONG

Yo le escribí una carta pidiéndole por los tiempos de antes
la licencia de mi chico enfermo en el ejército;
pero tal vez no la pudo leer.
Entonces fui al pueblo donde hice a James Garber,
que escribía lindo, escribirle una carta;
pero tal vez se perdió en el correo.
Entonces fui yo misma hasta Washington.
Estuve más de una hora buscando la Casa Blanca.
Y cuando la hallé me echaron de allí,
disimulando sus sonrisas. Entonces pensé:
"¡Ah, bueno, ya no es el mismo que vivía en mi casa de huéspedes,
y él y mi marido trabajaban juntos
y todos le decíamos Abe, allá en Menard.”
Como un último intento me volví a un guarda y le dije:
“Dígale por favor que es la vieja tía Hannah Armstrong
de Illinois, que viene a verlo por su chico que está enfermo
en el ejército.”
Y bueno, ¡al punto me hicieron entrar!
Y cuando él me vio se echó a reír,
y dejó sus asuntos de presidente,
y escribió de su puño y letra la licencia de Doug,
hablando en el entretanto de los días de antes,
y contando historias.

///

Autor: Edgar Lee Masters
Traducción de José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal

__________

Poesía Libre. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua) Año IV. Número 10, enero de 1984.

Responsable: Julio Valle-Castillo

Consejo Editorial:
Carlos Calero (Monimbó); Juan Ramón Falcón (Condega); Marvin Ríos (Niquinohomo); Cony Pacheco (Subtiava); Gonzalo Martínez (Bluefields); Gerardo Gadea (Ejército Popular Sandinista)

jueves, 25 de marzo de 2010

Iswe Letu: Una travesura de niño

Esto es lo que me contó un hombre:

"A mi me llaman Feliberto, el 'Modorro', -empezó diciéndome-, y, un día, de muy chiquillo, me escapé de casa. Ahora, ya adulto, no sabría decirle el por qué, cual fue el impulso que me movió a hacerlo. Lo cierto es que, una tarde, cogí la burra de mis padres, la arrimé a un poyo que había enfrente de la puerta del corral para ayudarme de él, subí al poyo, monté en la burra y marché al pueblo de mis tios que distaba unos tres kilómetros de mi casa. Aunque yo eso del kilometraje ahora lo sé, entonces no sabía de distancias métricas.

Al principio iba un poco tenso y nervioso por si el animal se espantaba tirándome al suelo. Mas como viera que caminaba muy tranquila se me fue la inquietud y comencé a fijarme en todo lo que se me ofrecía a la vista: los álamos que crecían a la izquierda del camino, junto a una poza, y que ya a esas alturas del año estaban dorando las hojas y se caían arrancadas incluso con poco viento, ¡cosas del otoño!, las viñas, de hojas amarillentas, escondían a duras penas los racimos dorados o las moradas uvas, los rastrojos recorridos por las ovejas que los limpiaban de los últimas espigas caidas en la siega... y el otero que se elevaba majestuoso al fondo en forma de parva. Yo sabía que llegando a él habría andado la mitad del trayecto y, por lo tanto, estaría más cerca de la casa de mis parientes.

¡Ah, la casa de mis tíos! Quizá esa fue una de las razones que me llevó a escaparme de la mía. La casa de mis tíos era grande. Bueno, yo de grande o pequeño poco sabía, aunque si comprendía que se estaba mejor que en la de mi madre cuyas paredes estaban agujereadas por buracos y las puertas agrietadas por las que se colaba el frío en invierno y el calor en verano; además caían goteras en la cocina cuando llovía. Seguí, camino adelante, mirando de cuando en cuando el otero, del que comentaban que en su cima vivía la gallina de los huevos de oro.

Me puse a cantar. Porque cantando se espanta a los malos espíritus. A su peligroso proceder. Pero de espíritus, eso si me acuerdo, tengo que decirle que los sentía como si fueran unos seres amenazadores, malignos, sin haberlos vistos nunca. Porque nunca los había visto. Aunque sólo de pensarlos me daba miedo. Me di cuenta de pronto que íbamos cuesta abajo porque me escurría hacia adelante casi al cuelo de la burra y dejé de cantar. Por un instante pareció como si el cantar sonara en mi oído cada vez más debil, así como si se alejara poco a poco de mi y me dejara solo. Y solo me dejó. Se hizo entonces el silencio. Tan solo se oía el paso de la burra en el suelo del camino que en ese tramo era un arenal.

-¡Sooo! -exclamé.

La burra se paró. Yo me moví encima de la burra hasta colocarme más atrás del cuello. Tenía miedo de que el animal lo agachara y me cayera. Miré en derredor. Nadie. No había nadie. Estaba yo solo, el campo amarillento y el otero a la derecha, a mi espalda elevándose mayestático. Unos grajos pasaron chillones. Me asusté. Quisé volver. Pero si daba marcha atrás tal vez se hacía de noche antes de llegar a mi casa; además, estaba ya muy lejos y el sol se iba poniendo por el horizonte. El pueblo de mis tíos no estaría lejos. Lo sabía porque el otero lo había dejado atrás. Arreé a la burra. Y trastumbar una cuesta apareció el pueblo lo que me llenó de alegría. Me guié por la la torre de la iglesia al saber, como sabía, que la casa de mis tíos estaba cerca de la iglesia.

Me recibieron con muestras de cariño. Asombrándose de que, siendo tan niño, hubiera logrado llegar solo hasta allí. Luego me hicieron muchas preguntas hasta que averiguaron que había venido sin permiso de mi madre. No les gustó nada, me riñeron (no mucho) diciéndome que allí, en mi casa, estarían muy preocupados mi madre, mi hermano y mi hermana. El tío Práxedes, que así se llamaba, dijo que si no fuera tan tarde -estaba empezando a oscurecerse y se haría de noche por el camino- él me hubieran llevado de vuelta a casa. O mejor: se hubiera acercado a casa de mi madre para decirle que yo estaba con ellos.

-Bueno, no hablemos más, lo haré mañana -concluyó mi tío.

-¡Mira que si te hubieras encontrados con uno de esos maquis o rojos!... ¡Quita, quita!... Solo de pensarlo se me ponen los pelos de punta... -dijo mi tía Eufrasia- ¡Dios mío!... ¡Estos niños de hoy!...

Mis primos Afrodisio y Clemencia -esa fue quizás otra de las razones por las fui al pueblo, por mis primos- me llevaron al sobrado y estuve jugando con ellos hasta la hora de cenar. Cerca de la mesa del comedor estaba la lumbre del hogar que tenía una ancha chimenea. Se estaba muy calentito allí. Y no sé como lo hicieron... lo cierto es que por la campana de la chimenea apareció un paquete que iba bajando poco a poco. Mis primos y yo observábamos bajar el bulto arrobados. Dentro había caramelos.

-Toma, para tí -dijo mi tío Práxedes- Es un regalo que te hacen los ángeles al saber que te has arrepentido de haberte marchado de casa sin permiso de tus padres.

Lloré de alegría. Para que me olvidara de todo jugamos a la oca. En esas estábamos cuando, ya muy tarde, llamaron a la puerta. Mis tíos se asustaron. Mis primos también. Y yo. Y más cuando se abrió la puerta y una voz ronca, que conocía muy bien, exclamaba:

-¡Tíos!, no se asusten, soy Macario, vuestro sobrino, ¿no estará mi hermano aquí?

En el umbral de entrada a la cocina se destacó enseguida, echo una furia, mi hermano Macario.

-¡Mira donde está! ¡Me cago en el dios apolo bendito! Todo el pueblo buscándolo por el campo... ¡Lo mato!

Y se acercó levantando la mano con intención de darme una buena paliza. Pero mi tío, poniéndose delante, lo impidió. Yo lo miraba a él y a mi hermano alelado y temblando de miedo. Hubiera preferido en esos momentos estar bajo tierra. Durante algún tiempo estuve como ausente. Cuando pude ver claramente lo que sucedía, mi hermano, mas calmado, explicaba que, al no aparecer yo, como siempre lo hacía, a merendar, se extrañaron. Extrañeza que pasó a preocupación, incrementándose con el transcurso del tiempo. Hasta que, llegada la noche, todo el pueblo se movilizó dando batidas en la oscuridad. Voceaban a grito pelado mi nombre. Temían que me hubiera caído en algún pozo de los muchos que había por los alrededores del pueblo.

-Claro, claro. O que lo hubieran raptado rojos o maquis -agregó mi tía.

-Esos rojos o maquis, quienes fueran -pensé en aquel momento- debían de ser temibles... el peligro que había pasado por el camino montado en burra en dirección a la casa de mis tíos... Y yo tan tranquilo cantando... Mi hermano se fue como vino y, aunque más sosegado, aun echaba chispas por sus ojos. Montó en su caballo y pronto se perdió el galope en la noche cerrada. Por la mañana retornó y me devolvió a mi pueblo. Dándome, eso si, unos azotes. Y ahí se quedó mi aventura.

Bueno, pues verá used, fue ese episodio de mi vida el que me hizo descubrir a rojos y maquis; es decir: el miedo a gente desconocida. Si bien ya tenía yo otro miedo: miedo a la pareja de la Guardia Civil. Pareja de guardias con sus negros y brillante tricornios que se apostaban, escondidos en la noche, por recodos del camino. Era otro miedo. Un miedo a gente de carne y hueso. Con sus negros mostachos. Gente que vive y come. Gente conocida. Miedo del que nadie hablaba en voz alta y todos lo sentían.

Mi hermano trabajaba en una empresa de resinas. La Resinera la nombraban. De modo que dejó el caballo en la cuadra junto a la burra y se marchó al trabajo. Mi madre -llamada Capitolina 'La Pinticas' que habrá usted oído hablar de ella y si no sabe lo del mote luego le cuento por qué la apodaron así- me cogió en sus brazos. Me acarició. Lloró y lloré. Y cuando pasó un rato me miró y dijo:

-Hijo, no vuelvas a escaparte. Nos has hecho sufrir mucho pensando si te habría pasado algo.

-No volveré a irme. Lo juro. Por estas -y puse dos dedos en cruz-. Mamá, ¿quienes son los maquis y rojos? ¿son muy malos?...

-Dicen que son malos... Eso dicen... Cuando seas mayor lo entenderás... -contestó llorando desconsoladamente.

-No llores, mamá. No volveré a escaparme.

-No hijo, no te vuelvas a ir porque... Lo que si vais a hacer es lo siguiente -y llamó a mi hermana Rosalina que era mayor que yo, me cuidaba, me defendía y jugaba conmigo-: si aparece un desconocido por aquí, rojo, maqui o quien sea, tu hermana y tú os escondéis enseguida, allí, en el caseto, el que está junto al corral y la cuadra.

-Vale, mamá, así haremos -respondió mi hermana.

Como le he dicho mi hermana me cuidaba, me defendía y jugaba conmigo sobre todo cuando mi madre iba al pueblo de compras o a ver a mi abuela; o cuando ambas se marchaban a un huerto que teníamos cerca del arroyo. A media mañana mi hermana y yo estábamos cogiendo níscalos, cuando oímos pasos de caballería y corrimos a escondernos en el caseto que nos dijo la madre. Era la pareja de la Guardia Civil. Cuando venían a casa, y lo hacían a menudo, mi madre se ponía muy nerviosa. Les tenía miedo. Nosotros también. Llegados a la casa, se apearon -los veíamos desde el caseto-. Llamaron a la puerta y, mientras uno se quedó fuera, el otro entró dentro de la casa. Yo me imaginaba a mi madre aterrorizada, temblando y al guardia civil escudriñando cada rincón de la casa diciéndole:

-¡Eh! ¿No tendrás a nadie escondido? Y mi madre: -¿A quién iba a tener? No, señor. Si por aquí no pasa nadie. -¡Mentira! El otro día dicen que vieron a alguien... -Malas lenguas, señor comandante. -¡Sargento, coño, sargento!

Tenía yo al guardia civil y a esas palabras en mi cabeza. Habíamos contemplado la escena mi hermana y yo acurrucados debajo de la mesa de la cocina. Ovillados. Casi como estábamos allí en el caseto. Caseto desde el que veíamos al guardia civil salir de la casa diciéndole a mi madre:

-Ya sabes, si ves algo, avísanos. Y si no... atente a las consecuencias.

Montaron en sus caballos. Y las verdes capas de miedo se alejaron camino adelante.

Vino la abuela Cesarina al día siguiente y nos llevó, mejor nos arrastró, a mi hermana Rosalina y a mi a la escuela a pesar de nuestra resistencia a ir. De mi casa al pueblo donde vivía mi abuela y donde se hallaba enclavada la escuela había una larga caminata. Para mi, claro. -no sé si me entiende- Yo, entonces, de largo y corto poco sabía. Y ahora lo que sé -que no es mucho- es que eso no quiere decir gran cosa, pues lo que para unos es muy corto, para otros es largo. Lo cierto fue que a mi me pareció un camino largo. Y como no quería acudir a ese lugar llamado escuela... ninguno de los que iban allí era conocido mío... me pareció que al camino se alargaba aun más.

Los pinos parecía que acompañaban a mi andar, los pájaros se reían saltando de rama en rama, las ardillas saboreaban las piñas, muy serias, como si se apenaran por mi destino. Solo una víbora se puso de barricada, sinuosa eso si, para que no fuera a la escuela, en medio del camino. Mi abuela cogió un palo y le quiso atizar pero ella, con mucho tino, se deslizó sin hacer ruido entre la hojarasca del pinar.

También tengo que decirle que los pinos, ¡ah, los pinos!, me miraban muy serios, casi tristes. Los veía llorar resina que resbalaba a la cazoleta de barro que todos tenían muy cerca de la tierra. La resina es como la sangre de los árboles, pero a mi, camino de la escuela, me parecían lágrimas. Para que la resina manara le hacían un corte más arriba de la cazuela. Claro, herido, el pino sangraba y su sangre, su resina, caía en la cazuela que luego los obreros de La Resinera, entre ellos mi hermano, la recogían. Recuerdo que tanto a los árboles como a los animales que veía los saludaba con la mano como si me despidiera de ellos para nunca mas volver.

El maestro, Don Eliseo se llamaba, se mostró muy cariñoso a la puerta de la escuela. Y la maestra de mi hermana, Doña Clotilde, también a ella la acogió con mucho afecto. Me contó que todas las niñas la miraban. Y a mi los niños. ¡Qué vergüenza pasamos! Luego, ya dentro de la escuela, me presentó, no sin antes rezar y cantar... una canción que hablaba de camisas, bordados, muertes, estrellas y soles; elogió mi valentía por arriesgarme, solo, por esos caminos llenos de peligros, pero afeando a continuación mi conducta por desobedecer a mis padres; haciendo hincapié en los peligros que se encuentran por el mundo: toros sueltos, locos asesinos, culebras, tormentas... y sobre todo maquis o rojos que son lo peor: los enemigos de todos los españoles.

-Queridos niños, mucho cuidado con gente desconocida. Los rojos acechan por todas partes.

En el recreo me insultaron llamándome 'el maquis' porque me había escapado de casa. Me dejaron solo. Nadie quiso jugar conmigo. Incluso alguno me empujó. Yo le di un puñetazo en la nariz que lo dejé sangrando.

-Toma, por empujar a un maqui -le dije enfadado.

Y acudió al maestro a decírselo. Don Eliseo me regañó. Como si yo tuviera la culpa. Sin embargo, a mi hermana se le acercaron tres niñas con las que estuvo jugando.

Por la tarde... no sé ahora pero entonces no había escuela... por la tarde, mi hermana y yo, fuimos a recoger setas no muy lejos de casa, mientras mi abuela y mi madre caminaron al huerto a regar las plantas y recoger hortalizas.

Tengo que decirle que nuestra abuela nos había enseñado a distinguir ciertos hongos comestibles de los que no lo son. Si bien advirtiéndonos de que tuviéramos mucho cuidado a la hora de cogerlos porque había también semejantes a ellos y muy venenosos. Aprendimos la lección y siempre recogiamos los hongos que estábamos seguros que se podían comer; por ejemplo: los níscalos, porque su colorido anaranjado es inconfundible; los llamados apagacandelas, pues los que son grandes son los buenos, amen de los boletos y setas de cardo, los demás... ni los tocábamos. Había uno, por cierto, muy bonito y muy venenoso como la amanita, de color rojo y blanco; y lo mirábamos admirados y miedosos.

Cuando tuvimos la cesta a medio llenar, descansamos un poco viendo los pájaros volar entre las ramas de los pinos y luego jugamos al escondite; el graznido de una urraca nos sacó de nuestros juegos y reanudamos la tarea de la recolección de setas hasta colmar la cesta. Con mi hermana no era dificil llenar hasta arriba la cesta porque olía las setas. Pondré un ejemplo: como le he dicho estábamos sentados contemplando a los pájaros, cuando mi hermana me pregunta:

-¿No sabes dónde te has sentado?

Me levanté creyendo que debajo habría algún hormiguero o avispero.

Ves!

Comenzó a escarbar y aparecieron numerosos níscalos. Y es que los olía.

Dejamos la cesta junto al tronco de un pino y nos fuimos a un zarzal que tenía moras y que se hallaba fuera del bosque de pinos. Estaban muy ricas y nos pusimos morados, nunca mejor dicho. Satisfechos, nos sentamos en una roca. Desde ese lugar se veía el camino que conducía a nuestra casa y que allí se curvaba a la derecha para, tras doblar la curva, encaminarse a nuestra casa que estaba al fondo. Nosotros habíamos dejado la cesta más arriba porque desde allí se veía buena parte del camino y la casa. El sol perdía fuerza y comenzaba a refrescar la tarde de otoño. No obstante nos quedamos un rato más, sentados, contemplando la puesta del sol. Una ardilla subía por el tronco de un pino. Mi hermana se alzó la falda y se puso a mear detrás de mi, cerca del tronco de un pino. Yo oía el sonido del roce del meado al salir de su órgano como un bisbiseo -usted me entenderá porque es así como suena en todas las mujeres, digo yo-. Bueno, pues como le digo estaba oyéndola mear cuando de repente dijo:

-¿No oyes?...

Volví la vista hacia atrás. Mi hermana estaba de pie, con la falda remangada hasta casi la cintura. Espatarrada. De su vagina -entonces le decíamos como usted bien sabe seta y no vagina- goteaba aun orina. Se había quedado quieta, como petrificada. Dejó caer su falda y repitió:

-¿Oyes?...

Yo hasta entonces no había oído nada. Y con la visión de mi hermana que meaba y no tenía pito... pues... la verdad... no había captado nada. Pero ahora... si... si... oía pasos. Trepamos por entre las rocas y los pinos hasta más arriba cerca de donde habíamos dejado la cesta con las setas. Desde allí -como ya le he dicho- se veía más camino y nuestra casa. Efectivamente, a lo lejos, asomaba alguien que parecía traer alguna cosa en la mano derecha. Escondiéndonos. Sin hacer ruido. Cogimos la cesta y corrimos a refugiarnos en el caseto como conejillos a la madriguera. Por entre las tablas de la puerta veíamos acercarse a un hombre barbudo, malencarado, que traía una maleta en la mano. Temblaba yo de miedo. ¿Sería uno de esos maquis o rojos? Nos persignamos para que no nos descubriera.

-¿Y si nos descubre?... ¿Qué hará con nosotros?... ¿Nos matará?...

Mi hermana me abrazó diciéndome al oído como en un susurro:

-No te preocupes. Yo te cuidaré. No dejaré que te pase nada.

Eso me calmó un poco. No quería ni mirar y le preguntaba de vez en cuando que qué hacía el maquis. Ya daba por hecho que era un maquis. Mi hermana me decía lo que estaba contemplando por entre los tablones de la puerta del caseto:

-Se ha acercado a la puerta de casa. Mira a un lado y a otro. Llama. Aporrea. ¿Oyes?

-Si. ¡Oh, Dios mío! Le dice Capitolina. Asi se llama nuestra madre. La conoce. Le va a hacer algo malo. ¡Pobrecilla!

-Tranquílizate, que no está haciendo nada malo.

El hombre, tal como había dicho mi hermana, había llamado a mi madre por su nombre y como nadie respondía, dejó la maleta a la puerta y se marchó.

No sabíamos qué hacer, si permanecer allí escondidos o salir gritando ¡socorro! a ver si nuestra voz llegaba hasta el pueblo o al menos hasta los oídos de alguna persona que viniera a auxiliarnos. En esas incertidumbres estábamos y ya habíamos decidido, cagados de miedo, salir voceando de la madriguera, cuando vimos, asombrados, al hombre barbudo de la maleta entre mi abuela y mi madre.

Salimos del escondrijo con la cesta de setas.

Mi abuela me decía que besara al hombre, pero yo no quería. Me daba un no sé qué. No lo conocía de nada. Era un extraño. ¡Joder! Hasta podía ser un maqui. Pero resultó nuestro padre; padre al que no conocíamos de nada porque había estado preso varios años en unas minas de mercurio en Badajoz.

¡Un rojo!

Un rojo, como otros muchos, que había batallado en la guerra del 36/39 del siglo pasado en defensa del gobierno legítimo de la República.

Es decir, un derrotado que venía de pagar con creces su derrota."

Y colorín colorado. Así me lo contó y así os lo he contado.