jueves, 29 de enero de 2009

Aimé Césaire: Retorno al País Natal (20) Final (b)

Les mostramos el final de 'Retorno al País Natal' en varios trozos y en dos traducciones: una (en cursiva) de Lydia Cabrera; la otra (vertical) anónima.


(b) - Segundo trozo:


Era un muy buen negro.

Le arrojaban piedras, pedazos de hierro, cascos de botella, pero ni las piedras, ni los hierros, ni las botellas…
Y le lanzaban piedras, trozos de chatarra, cascos de botella, pero ni esas piedras, ni esa chatarra, ni esas botellas…
¡Oh, quietos años de Dios, sobre esta protuberancia terráquea!

Oh quietos años de dios sobre este mogote terráqueo!

Y el látigo disputaba el zumbido de las moscas el rocío azucarado de nuestras llagas.

Y el látigo disputó el chupeteo de las moscas el rocío azucarado de nuestras llagas.

Grito ¡hurra! la vieja negrura progresivamente
se cadaveriza

Yo digo hurra! la vieja negritud
se cadaveriza progresivamente

el horizonte se deshace, retrocede y se ensancha

y he aquí entre las nubes despedazadas el fulgor de
un signo.

y entre desgarrones de nubes aparece el fulgor de un signo.

El negrero revienta por todas partes… Su vientre se convulsiona y resuena…
La espantosa tenía de su cargamento roe los intestinos fétidos del extraño
infante de los mares.

El negrero cruje por todas partes… Su vientre se convulsiona y resuena… La horrible tenía de su cargamento roe los intestinos fétidos del extraño niño de pecho de los mares.

Y ni la alegría de las velas henchidas como un bolsillo repleto de doblones,
Ni las jugarretas con que se burla la idiotez peligrosa de las fragatas policíacas,
le impiden oír la amenaza de sus gruñidos intestinos.

Y ni el júbilo de las velas hinchadas como un abultado bolso de doblones, ni las jugarretas hechas a la tontería peligrosa de las fragatas policíacas le impiden oír la amenaza de sus gruñidos intestinos.

En vano por distraerse el capitán cuelga del palo al más chillón de sus negros, o lo echa al mar, o lo abandona al apetito de los molosos.

En vano para olvidarse de ello el capitán cuelga en su palo mayor el negro más gritón, o lo echa al mar, o lo entrega al apetito de sus molosos.

La negrada oliente a cebolla frita encontrar en su sangre derramada el sabor amargo de la libertad

La negrería que huele a cebolla frita vuelve a encontrar en su sangre derramada el sabor amargo de la libertad

Y está de pie la negrada

La negrada sentada,
Inesperadamente de pie
de pie en la cala
de pie en los camarotes
de pie en el puente,
de pie en el viento
de pie en el sol
de pie en la sangre
----------de pie
--------------y
---------------libre

Y está de pie la negrería
La negrería sentada

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