miércoles, 28 de enero de 2009

Aimé Césaire: Retorno al País Natal (14)

(poema traducido al castellano por Lydia Cabrera y editado por Molina y Compañía en La Habana -Cuba- en 1942; para ello tomó como base la primera edición del poema de Aimé Césaire, aparecido en la revista Volontés, en París, en el año de 1939, y titulado Cahier d'un retour au pays natal -Cuaderno de un retorno al pais natal-; después lo amplió; pero el que esté interesado por el poemario con esas añadiduras le recomendamos acudan a la editorial 'Fundación Sinsonte' que lo editó a finales del año 2007; nosotros lo reproduciremos tal cual, si bien en algunos trozos pondremos antes el original francés para el curioso que quiera compararlo con la traducción de la ilustre escritora cubana)



He aquí la entrega número 14:

*

Era COMICO Y FEO.
COMICO Y FEO ciertamente.

Alboreé una sonrisa de complicidad.
¡Hallé de nuevo mi cobardía!
Saludo a los siglos que sostienen mis derechos cívicos.
Y mi sangre aminorada.
¡Qué falso mi heroísmo!
Esta ciudad es de mi talla.
Y mi alma tendida como esta ciudad, en la roña y el cieno tendida.
Esta ciudad, mi faz de fango.
El agua del bautismo en mi frente seca.
Reclamo para mi rostro la brillante lisonja del escupitajo...
Entonces, pues somos los que somos, sea nuestro el espíritu viril, la rodilla
vencedora, las llanuras de grandes terrones del porvenir.
Vaya, prefiero confesar que deliré generosamente.
Mi corazón en mi cerebro, como una rótula ebria.

Mi estrella ahora, el fúnebre menfenil.


Y sobre este sueño antiguo mis crueldades de caníbal:


(Las balas en la boca son saliva espesa

nuestro corazón estalla de cotidianas bajezas
los Continentes rompen la débil amarra de los itsmos,
saltan las tierras siguiendo la fatal división de las corrientes
y el Morne, que retiene su grito dentro de sí mismo desde hace siglos,
es a su vez quien acuartela el
silencio
y este pueblo valiente rebota
nuestros miembros vanamente desunidos
por los más refinados suplicios,
y la vida brotando impetuosa de este estercolero
-¡como el corrosal imprevisto de la descomposición de los frutos del árbol del pan!)

Sobre este sueño viejo en mi, mis crueldades de caníbal.


Me escondía tras una vanidad estúpida

me llamaba el destino y yo me ocultaba
y he aquí el hombre por tierra derribado. Su muy frágil defensa dispersa.
Pisoteadas sus máximas sagradas, su declamar pedantesco por cada herida
devolviendo el viento.
He aquí el hombre en tierra derribado
y su alma está como desnuda
y el destino triunfa al contemplar
revolviéndose en la ciénaga ancestral esta alma que lo desafiaba.

Digo que así está bien.

Mi espalda hará estallar victoriosamente la calasia de las fibras.
De gratitud adornaré mi obsequiosidad natural.
Aumentará un tanto mi entusiasmo la charlatanería galoneada de plata
del calesero de La Habana, zambo lírico, alcahuete de los esplendores
de la servidumbre.

Digo que está bien así.

Vivo para lo más trivial de mi alma.
¡Para lo más tierno de mi carne!

Tibio amanecer de calor y de amaneceres ancestrales

ahora tiemblo en el común temblor que nuestra sangre dócil canta
en la madrépora.

¡Y estos renacuajos nacidos en mí de mi ascendencia prodigiosa!


los que no han inventado ni la pólvora ni la brújula
los que no han sabido domeñar ni el vapor ni la electricidad


(Continuará)

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