jueves, 29 de enero de 2009

Aimé Césaire: Retorno al País Natal (19) Final (a)

Les mostramos el final de 'Retorno al País Natal' en varios trozos y en dos traducciones: una (en cursiva) de Lydia Cabrera; la otra (vertical) anónima.


(a) - Primer trozo:

*

yo acepto, acepto todo eso

y lejos del mar de palacios rompiendo bajo la sisigia maravillosamente, acostado, supurando sus ampollas, el cuerpo de mí país en la desesperación de mis brazos, conmovidos sus huesos, y su sangre titubeando en sus venas como la gota de leche vegetal en la punta del bulbo...

He aquí que de repente, fuerzas y vida me asaltan como un toro y revivo a ONAN confiando su esperma a la tierra fecunda y la onda de vida rodea la paila del cerro, y todas las arterias y venas trajinan en la sangre nueva y respira el enorme pulmón de los ciclones y el fuego atesorado de los volcanes y el gigantesco pulso sísmico late ahora a la medida de un cuerpo viviente en la fortaleza de mi abrazo.

“… Y he aquí que de pronto fuerza y vida me acometen como un toro y la onda de vida rodea la papila del morro, y aquí están todas las venas y vénulas atareadas en la sangre nueva y el enorme pulmón de los ciclones que respira y el fuego atesorado de los volcanes y el gigantesco pulso sísmico que lleva el compás de un cuerpo vivo en mi firme incendio.

Y ahora que estamos de pie, mi país y yo, al viento los cabellos, mis manos pequeñas en su puño enorme y la fuerza no está en nosotros, sino por encima de nosotros, en una voz que perfora la noche y el oído con la agudeza de una avispa apocalíptica.
Y la voz pronuncia que durante siglos Europa nos ha atiborrado de mentiras e hinchado de pestilencia,

Y ahora que estamos de pie, mi país y yo, con los cabellos al viento y mi pequeña mano ahora en su puño enorme y la fuerza no está en nosotros sino por encima de nosotros, en una voz que barrena a la noche y a la audiencia como la penetración de una avispa apocalíptica.
Y la voz dice que Europa durante siglos nos ha cebado de mentiras e hinchado de pestilencias,

pues no es cierto que la obra del hombre ha terminado

porque no es verdad que la obra del hombre haya terminado

que nada tenemos que hacer en el mundo

que no tengamos nada que hacer en el mundo

que somos parásitos del mundo

que seamos unos parásitos en el mundo

que basta con que marchemos al andar del mundo

que basta que nos pongamos al paso del mundo

mas la obra del mundo apenas ha comenzado

pero la obra del hombre ha empezado ahora

y al hombre le queda por conquistar toda prohibición inmovilizada

y falta al hombre conquistar toda prohibición

en los rincones de su fervor

inmovilizada en los rincones de su fervor

y ninguna raza posee el monopolio de la belleza

y ninguna raza tiene el monopolio de la belleza,

de la inteligencia, de la fuerza

y hay espacio para todos en el lugar de reunión de la conquista y ahora sabemos que el sol gira alrededor de nuestra tierra iluminando la parcela que ha fijado nuestra voluntad sola y que toda estrella caída del cielo a la tierra queda sometida a nuestro poder sin límites.

y hay sitio para todos en la cita de la conquista y ahora sabemos que el sol gira alrededor de nuestra tierra iluminando la parcela que ha fijado nuestra sola voluntad y que toda estrella que cae del cielo a la tierra a nuestra voz de mando sin límite.

Tengo al presente, el sentido de las ordalías, mi país es “la lanza de noche” de mis ancestros Bámbaras. La lanza se encoge y su punta huye desesperadamente en dirección al puño y si la bañamos en la sangre de un pollo y dice que es sangre de hombre lo que su temperamento necesita, grasa, hígado, corazón de hombre y no sangre de pollo.

Ahora poseo el sentido de las ordalías; mi país es “la lanza de noche” de mis antepasados bámbaras que se arruga y su punta huye desesperadamente hacia el astil si se la rocía con sangre de pollo y dice que es sangre de hombre lo que necesita su temperamento, grasa, hígado, corazón de hombre, no sangre de pollo.

Y Ando buscando para mi país, en vez de corazones de dátiles, corazones de hombres que son los que hacen latir la sangre viril para entrar en las ciudades de plata por la gran puerta trapezoidal y mis ojos barren los kilómetros cuadrados de tierra paternal y enumero las llagas con ciega alegría y las amontono unas sobre otra como raras especies y la acuñación imprevista de tantas bajezas aumenta siempre mi cuenta.

Y yo busco para mi país no corazones de dátil, sino corazones de hombre que, para entrar en las ciudades de plata por la gran puerta trapezoidal, golpeen la sangre viril, y mis ojos barren mis kilómetros cuadrados de tierra paternal y enumero las llagas con una especie de júbilo y las hacino una sobre otra como raras especies, y mi cuenta se alarga siempre con imprevistas acuñaciones de la bajeza.

Y ved aquí a los que se consuelan de no haber sido hechos a imagen de Dios sino del Diablo; los que consideran que ser negro es lo mismo que ser empleado de segunda clase: esperando lo mejor y con probabilidades de ascender; los que tocan a la llamada ante sí mismos, los que viven metidos en un agujero en el fondo de la fosa que en ellos mismos llevan; los que se envuelven en un altivo pseudo-porfídico; que le dicen a Europa:Mirad como sé hacer zalemas al igual que vosotros, y presentaros mi homenaje, en suma, no soy diferente de vosotros, no le desis importancia a mi piel oscura: el sol me ha ennegrecido”.

Y aquí están aquellos que no se consuelan de no ser hechos a semejanza de Dios sino del diablo, aquellos que consideran que se es negro como se es dependiente de segunda clase: esperando mejorar y con la posibilidad de subir más alto; aquellos que capitulan ante sí mismos, aquellos que viven en el fondo de la mazmorra de sí mismos; aquellos que se envuelven con seudomorfosis orgullosa; aquellos que dicen a Europa: “Mire, yo sé cómo hacerle reverencias, cómo prestarle mis respetos, en suma, no soy diferente de usted; no haga caso de mi piel negra: me ha tostado el sol”.

Y hay la macarela negra, el áscari negro, y todos cebras se sacuden a su manera para que caigan sus listas en un rocío de leche fresca.
Y en medio de todo este grito ¡hurra! mi abuelo se muere, grito ¡hurra!
La vieja negritud progresivamente se torna cadavérica.
No hay por qué decir era un buen negro.

Y hay el rufián negro, el áscari negro, y todos cebras se zarandean a su manera para hacer que el listado de sus pieles caiga en un rocío de leche fresca.
Y en medio de todo esto yo digo ¡hurra! mi gran padre se muere, yo digo ¡hurra!
la vieja negritud se cadaveriza progresivamente.

No hay que decir: era un buen negro.
Los blancos dicen que era un buen negro, un negro verdaderamente bueno,
el buen negro de su buen amo
yo grito ¡hurra!
Era un negro muy bueno
La miseria le había herido pecho y espalda; habían embutido en su pobre cerebro que sobre él pesaba una fatalidad que no era posible acogotar, que no tenía poder sobre su propio destino; que un Señor malvado había escrito para la eternidad leyes de interdicción en la naturaleza de su pelvis; y que era un buen negro; y debía de contentarse con ser el negro bueno; creer honradamente en su indignidad, sin la curiosidad perversa de verificar jamás los fatídicos jeroglíficos.

Era un negro muy bueno.

Y nunca se le ocurrió que podía labrar, cavar, cortar cualquier otra cosa que no fuese verdaderamente la caña insípida.

Era un negro muy bueno.

Los blancos dicen que era un negro, un verdadero buen negro,
el buen negro de su amo.
Yo digo ¡hurra!
Era un muy buen negro,
la miseria le había herido pecho y espalda y habían metido en su pobre mollera que una fatalidad pesaba sobre él y que no la puede manejar a su antojo que no tenía poder sobre su propio destino; que un señor avieso había desde tiempo inmemorial escrito leyes de prohibición en su naturaleza pelviana; y ser el buen negro; creer honradamente en su indignidad, sin la curiosidad perversa de verificar nunca los jeroglíficos fatídicos.
Era un muy buen negro.
Y no se le ocurría la idea de que podría azadonar, ahondar, cortarlo todo, cualquier otra cosa verdaderamente que no fuese la caña insípida.

Era un muy buen negro.

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