k) Inteligencia
No había terminado de pensar, cuando Cuervo Marino se precipitó sobre él, lo cogió con su pico y se lo llevó. Pequeño Pez Negro, por más que batallaba, por más que se retorcía, no podía soltarse. Esta vez, si, el pájaro lo había agarrado fuertemente por la espalda y casi lo ahogaba. ¿Cuánto tiempo podría vivir un pez fuera del agua? Deseaba ardientemente que el pájaro lo tragase enseguida; de esa manera, podría vivir un poco más aunque fuera en la humedad de su estómago.
--¡Por qué no me comes vivo?... ¡Ah!, ¡ya sé!, porque crees que no pertenezco a la especie de peces que, cuando mueren, se vuelven venenosos. Y quieres comerme tranquilamente en tierra; pero te engañas, amigo, te engañas.
El pájaro aunque no respondió pensó: "¡Especie de pez maligno! ¿Qué pretendes?, ¿A qué juegas? Quieres hacerme hablar para poder escaparte..."
La tierra aparecía en lontananza. Se aproximaba más y más. Las cosas se veían cada vez mas grandes. "Cuando lleguemos a la orilla, no habrá esperanza alguna para mí"
’Entonces se dirigió de nuevo al pájaro:
--Sé que quieres llevarme para tus hijos, pero una vez que estemos en tierra, estaré muerto; y, ya sabes, lleno de veneno
¿Es que no tienes compasión de tus hijos, que morirán envenenados?
Cuervo Marino lo pensó mejor: "Por si acaso, voy a ser prudente y a comerte yo mismo; atraparé otro pez para mis hijos". Y prosiguió diciéndose: "Escúchame, ¿no tratarás de hacerme una jugada? ¡Bah!, de todas maneras, no puedes hacerme nada."
Pensando en esto no se había dado cuenta de que Pequeño Pez Negro estaba inmóvil y mudo. Reflexionó una vez más: "¿Qué pasa? ¿Estará muerto? Entonces, ¿tampoco puedo yo comerlo? ¡Oh! ¡Maldita sea! ¿Me quedaré sin comer un pececillo tan tierno?"
Y, siguiendo el hilo de su razonamiento, sin darse cuenta, gritó:
--¡Eh!... ¡Tu!... ¡Pequeñajo!... dime... ¿todavía te queda algo de vida para que yo pueda comerte?
X)No habían salido del todo sus palabras de la boca, cuando nuestro amigo saltó saliendo fuera por el pico abierto.
El pajarraco vio con asombro que el pez lo había engañado y, rabioso como estaba, decidió perseguirlo con más ahínco. Mientras, Pequeño Pez Negro se ahogaba a la fuerza, respirando el aire como un rayo; y además estaba medio inconsciente a causa de la falta de agua. Ya cerca de la superficie del agua aspiró ansiosamente el aire húmedo del mar con su boca reseca.
Y al fin se zambulló en el mar.
CONTINUARÁ
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