lunes, 8 de enero de 2007

C) REACCIÓN


c) Reacción


Durante el tiempo que duró esta dis­cusión entre madre e hijo, se había ido apro­ximando lentamente un gran pez que, no aguan­tando más su cu­riosidad, gritó:
--¡Vecina!, ¿tan grave es lo que discu­tes con tu hijo para que levantes tanto la voz?... Es que no tenéis inten­ción de salir hoy.
Al oír estas voces, la madre, se asomó a la puerta de su casa, gimiendo:
--¡Qué tiempos! Ahora los hijos quie­ren enseñar a sus madres.
--¿Cómo es eso?
’--Mira lo que pretende este crío. In­siste en su deseo de ir a ver lo que pasa por el mundo. ¡Qué cosas!
La vecina se dirigió a Pequeño Pez Negro:
--Dime pequeño, ¿desde cuándo has frecuentado a los sabios y a los filóso­fos y no nos has dicho nada?
--Señora -dijo Pequeño Pez Ne­gro- yo no sé a qué llama usted un filósofo. Sola­mente sé que estos eternos paseos diarios me abu­rren. Quisiera no vivir sim­plemente sin meta ni razón; y también desearía no descubrir un día... un día... un día, cuando sea viejo como usted, que sigo siendo el mismo pez ig­norante que era cuando nací.
--¡OH!, ¡k.o.!, ¡Qué cosas dices! -ex­clamó la vecina enfadada.
--¡Jamás hubiera creído que mi único hijo se volvería así! -refunfuñó la ma­dre- ¡No sé quien lo ha vuelto tan desca­rado!
--Nadie me ha vuelto así, como usted dice; yo tengo cerebro y además... puedo ver con mis dos ojos.
--Hermana, ¿se acuerda de aquel ca­racol? -y algo le cuchicheó la vecina a su ma­dre.
--Tiene usted razón. Se trataba mucho con mi hijo. ¡Que Dios lo castigue!
Pequeño Pez Negro irritado gritó:
--¡Basta mamá! Era mi amigo.
--¡Ah, si!... ¿Has visto alguna vez que existiera amistad entre un caracol y un pez? -replicó la madre burlándose.
--Yo sí lo he visto... alguna vez... esa amistad entre un caracol y un pez -insistió Pe­queño Pez Negro- y vosotros habéis tratado de ahogarla.
--Son cosas del pasado -terció la ve­cina.
--Deberíamos matar al caracol; ¿has olvidado todo lo que te ha contado?
--Entonces tendríais que ma­tarme a mí también; porque yo digo las mismas co­sas
Aquí Abuela Pez interrum­pió su historia y dijo:--Qué queréis que os diga...


CONTINUARÁ

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