c) Reacción
Durante el tiempo que duró esta discusión entre madre e hijo, se había ido aproximando lentamente un gran pez que, no aguantando más su curiosidad, gritó:
--¡Vecina!, ¿tan grave es lo que discutes con tu hijo para que levantes tanto la voz?... Es que no tenéis intención de salir hoy.
Al oír estas voces, la madre, se asomó a la puerta de su casa, gimiendo:
--¡Qué tiempos! Ahora los hijos quieren enseñar a sus madres.
--¿Cómo es eso?
’--Mira lo que pretende este crío. Insiste en su deseo de ir a ver lo que pasa por el mundo. ¡Qué cosas!
La vecina se dirigió a Pequeño Pez Negro:
--Dime pequeño, ¿desde cuándo has frecuentado a los sabios y a los filósofos y no nos has dicho nada?
--Señora -dijo Pequeño Pez Negro- yo no sé a qué llama usted un filósofo. Solamente sé que estos eternos paseos diarios me aburren. Quisiera no vivir simplemente sin meta ni razón; y también desearía no descubrir un día... un día... un día, cuando sea viejo como usted, que sigo siendo el mismo pez ignorante que era cuando nací.
--¡OH!, ¡k.o.!, ¡Qué cosas dices! -exclamó la vecina enfadada.
--¡Jamás hubiera creído que mi único hijo se volvería así! -refunfuñó la madre- ¡No sé quien lo ha vuelto tan descarado!
--Nadie me ha vuelto así, como usted dice; yo tengo cerebro y además... puedo ver con mis dos ojos.
--Hermana, ¿se acuerda de aquel caracol? -y algo le cuchicheó la vecina a su madre.
--Tiene usted razón. Se trataba mucho con mi hijo. ¡Que Dios lo castigue!
Pequeño Pez Negro irritado gritó:
--¡Basta mamá! Era mi amigo.
--¡Ah, si!... ¿Has visto alguna vez que existiera amistad entre un caracol y un pez? -replicó la madre burlándose.
--Yo sí lo he visto... alguna vez... esa amistad entre un caracol y un pez -insistió Pequeño Pez Negro- y vosotros habéis tratado de ahogarla.
--Son cosas del pasado -terció la vecina.
--Deberíamos matar al caracol; ¿has olvidado todo lo que te ha contado?
--Entonces tendríais que matarme a mí también; porque yo digo las mismas cosas
Aquí Abuela Pez interrumpió su historia y dijo:--Qué queréis que os diga...
Durante el tiempo que duró esta discusión entre madre e hijo, se había ido aproximando lentamente un gran pez que, no aguantando más su curiosidad, gritó:
--¡Vecina!, ¿tan grave es lo que discutes con tu hijo para que levantes tanto la voz?... Es que no tenéis intención de salir hoy.
Al oír estas voces, la madre, se asomó a la puerta de su casa, gimiendo:
--¡Qué tiempos! Ahora los hijos quieren enseñar a sus madres.
--¿Cómo es eso?
’--Mira lo que pretende este crío. Insiste en su deseo de ir a ver lo que pasa por el mundo. ¡Qué cosas!
La vecina se dirigió a Pequeño Pez Negro:
--Dime pequeño, ¿desde cuándo has frecuentado a los sabios y a los filósofos y no nos has dicho nada?
--Señora -dijo Pequeño Pez Negro- yo no sé a qué llama usted un filósofo. Solamente sé que estos eternos paseos diarios me aburren. Quisiera no vivir simplemente sin meta ni razón; y también desearía no descubrir un día... un día... un día, cuando sea viejo como usted, que sigo siendo el mismo pez ignorante que era cuando nací.
--¡OH!, ¡k.o.!, ¡Qué cosas dices! -exclamó la vecina enfadada.
--¡Jamás hubiera creído que mi único hijo se volvería así! -refunfuñó la madre- ¡No sé quien lo ha vuelto tan descarado!
--Nadie me ha vuelto así, como usted dice; yo tengo cerebro y además... puedo ver con mis dos ojos.
--Hermana, ¿se acuerda de aquel caracol? -y algo le cuchicheó la vecina a su madre.
--Tiene usted razón. Se trataba mucho con mi hijo. ¡Que Dios lo castigue!
Pequeño Pez Negro irritado gritó:
--¡Basta mamá! Era mi amigo.
--¡Ah, si!... ¿Has visto alguna vez que existiera amistad entre un caracol y un pez? -replicó la madre burlándose.
--Yo sí lo he visto... alguna vez... esa amistad entre un caracol y un pez -insistió Pequeño Pez Negro- y vosotros habéis tratado de ahogarla.
--Son cosas del pasado -terció la vecina.
--Deberíamos matar al caracol; ¿has olvidado todo lo que te ha contado?
--Entonces tendríais que matarme a mí también; porque yo digo las mismas cosas
Aquí Abuela Pez interrumpió su historia y dijo:--Qué queréis que os diga...
CONTINUARÁ
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