sábado, 8 de septiembre de 2012

Muerte en la bodega de Los Delgadillos (H) -2ª parte-


Muerte en la bodega del Palacio de Los Delgadillos de Fuentespreadas
(Segunda parte)

8. Matrimonio y cálculo

Luego todo fue pan comido. Y rápido. Si se alargó mas en el tiempo la relación prematrimonial fue mas por dilaciones de él que por reticencias de ella. Quería tener todo bien atado y no sufrir un descalabro como con Angustias. No pensaba en la muerte, aunque nadie se podía ver libre de ella, porque Delfina era una mujer sana. Era en otra clase de contingencias en las que veía el peligro: la visita inesperada de algún anticuario a los que debía dinero, que se manifestaran públicamente sus escarceos con doña Delfina, el descubrimiento de su ambición desmedida. Y, por qué no, que ella se volviera atrás. Empezaba a conocerla Luis y sabía que el matrimonio, como ella lo veía, era un contrato con un ser de inferior categoría al que se quiere poseer como guardián o vigilante de la casa. Una especie de Sargento Vargas particular. El amor no entraba en la galería de prioridades. Para él tampoco pero no quería que lo descubriera. De momento. También lo quería como garañón para darle hijos. Alargó el tiempo porque, además, prefería demostrar su sumisión y la potencia de su brazo a la dama para que no se retractara. 

Por fin llegó el día de la boda. Boda sonada como correspondía a la señora del Palacio de Los Delgadillos. Remedando aquel romance de Machado (Don Antonio) que leíamos en la escuela: 'Muy ricas las bodas fueron, / y quien las vio las recuerda: / sonadas las tornabodas / que hizo Delfina en su aldea; / hubo gaitas, tamboriles, / flauta, bandurria y vihuela, / fuegos a la valenciana / y danza a la aragonesa'. 

Y por la noche, en la cama... ¡zas! el gatillazo. Bebió mucho y cuando acarició un pecho tan pequeño, acostumbrado a los senos abundantes de doña Florinda, no podo penetrarla. ¡Qué desilusión! Fallo que, ajeno a sus cálculos, logró salvar por la mañana, disipados los vapores etílicos, cuando descubriera, como descubrió, asombrado, el hermoso trasero de su esposa. Lo acarició. Se le encendió el deseo y la cubrió al estilo perro, con ganas, descargando toda su fuerza vital acumulada. 

A ella le gustó. O eso dijo doña Delfina. 

Mas tarde, cuando comprobara, sin género de dudas, su embarazo, volcó toda su atención en el ser de sus entrañas olvidándose por completo de su marido, quien buscó la manera de saciar sus apetitos carnales en prostíbulos de la capital cuando la visitaba, como la visitó en numerosas ocasiones, en días señalados o con el pretexto de acudir a las ferias de ganado o a entrevistas con antiguos conocidos anticuarios. 

En casa, este apartamiento de la pareja quedaba compensado en Luis 'El Lorito' por el ajetreo continuo conque se empeñó para dirigir la hacienda. Como uno mas se le veía arando o regando o vendimiando o con la hoz en la mano segando, parecido a un miembro mas de la cuadrilla de segadores; y llegado el descanso se sentaba, con manifiesta humildad,  uno cualquiera mas de sus criados, en el surco, a desayunar; y en la mesa de su casa, hombro con hombro, a comer o cenar con los jornaleros. Y en el bar se unía a ellos cuando chateaban, pagando las rondas. Uno de ellos achispado gritó un día:

-¡Viva don luis!

-Mira este... don Luis me llama... ¡Será gilipollas!

-No te enfades. Lo hice sin maldad.

-Bueno, bueno... ¿Lo perdono?... ¿Si?... Te perdono. Pero que no se vuelva a repetir.

Y todos gritaron riéndose:

-¡Viva don Luis!

Cuando nació su primero y único hijo, llamó a Argimiro diciéndole que quería celebrarlo en la bodega con los jornaleros, encargándole que se lo comunicara a las familias. Lo que hizo con puntilloso esmero, yendo casa por casa. Allí les decía:

-Con motivo del feliz alumbramiento del ama, doña Delfina y don Luis les invitan a una meriendo en la bodega el día...

Poco mas tarde cuando lo bautizaron la invitación se hizo extensiva a todo el pueblo. Para ello el pregonero se encargó de llevar la noticia por todos los puntos cardinales de la aldea de Fuentespreadas:

-Se hace saber a todos los vecinos que, don Luis y doña Delfina, les convidan, esta tarde, a las cinco en punto, después del bautizo de su hijo primogénito en la iglesia parroquial de San Cristóbal, a una merienda cena en el zaguan y aledaños de su palacio.

(proseguirá) ---

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