domingo, 9 de septiembre de 2012

Muerte en la bodega de Los Delgadillos (y M)


Muerte en la bodega del Palacio de Los Delgadillos de Fuentespreadas
(segunda parte

14. Remate

-¿Ya está?... Pero, ¿quién fue el asesino?

-Nunca se supo. Aunque si condenaron al mayoral de los segadores.

-¿Fue él?

-El pueblo cree que no, porque sabe que cuando ocurre un asesinato y no se sabe quien ha sido el asesino hay que buscarlo entre los que se benefician con su muerte. 

-Y de entre ellos es muy posible que se halle el asesino, ¿no? Y el mayoral no ganaba nada.

-Eso. Los que ganaron con su muerte fueron -sin olvidarnos de don Gregorio y doña Florinda- el ama de Los Delgadillos, Argimiro 'El Modorro', el carpintero y el sargento Vargas.

-¿El sargento Vargas?

-Te extraña. Pero, según la opinión de muchos vecinos, el guardia civil estuvo involucrado en el crimen con el objetivo de casarse con la rica heredera del castillo y sus tierras. Si no lo consiguió fue porque, a raíz de la carta de Luis a las autoridades militares, lo trasladaron lejos de allí, poniendo a otro sargento, quien, examinando el cadáver, se dio cuenta, por las heridas, de que había sido asesinado. ¿Quién lo hizo? Eso no lo averiguó. Pero presionado por sus jefes y por los ricos propietarios de tierras que no olvidaban al mayoral y el mal ejemplo que sería no castigarlo prendieron al segador al que colgaron el muerto. Curiosamente, no fue condenado a garrote vil. Eso si, se pasó unos buenos años en la cárcel.

Las gentes de Fuentes supieron siempre que el mayoral no había cometido el asesinato de don Luis. No lo vieron a esa hora de la siesta en torno al corral. Si que vieron, medio escondiéndose, a Argimiro 'El Modorro', al carpintero y a sargento Vargas de paisano, con gorra plato que escondía sus ojos.

Me preguntarás, ¿si los vieron merodeando por el corral como no lo confesaron a la Guardia Civil?: la respuesta es fácil: no se lo preguntaron. Y aunque los hubieran interrogado tampoco despegarían sus labios porque llegaron a odiar al tal don Luis.  

Después de los entierros, a los que acudieron pocas personas, Argimiro 'El Modorro' regreso a la casona de 'Los Delgadillos' para dirigir las labores de la hacienda; y el carpintero fue contratado para reconstruir la tenada que, tras el fuego, había quedado destrozada; doña Florinda y don Gregorio respiraron tranquilos sin testigos de sus raterías. Solo dos personas lloraron la muerte de Luis: sus padres Eufrasia y Teodomiro.

Se cuenta que doña Delfina se recluyó en su casona, dedicada por entero a la educación de su hijo y a leer a Santa Teresa, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León. El vástago se hizo farmacéutico, abrió un local en Madrid, arrendó sus tierras y los veranos pasaba por el Palacio para cobrar las rentas a sus renteros. Pocos años después comenzó a vender las tierras dejando para el final la casa que también vendió. Nadie volvió saber nada del hijo de doña Delfina.

Cuando terminó Pedrito me quedé pensativo. Y en silencio. Se oía el respirar de las mulas, algún que otro carraspeo de las bestias y el abaniqueo de los rabos de los animales espantando las moscas que molestaban, El rayo de sol, que penetraba desde el tejado, venía lleno de motas de polvo. De repente le pregunté a Pedrito:

-¿De verdad todo eso sucedió en Fuentespreadas?

-¿Y por qué no podría haber pasado? 


FIN

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