viernes, 7 de septiembre de 2012

Muerte en la bodega de Los Delgadillos (C)-1ª parte-


Muerte en la bodega del Palacio de Los Delgadillos de Fuentespreadas
(primera parte)

3. Argimiro 'El Modorro'

Al día siguiente, si mal no recuerdo, acudí al pajar. Pedrito estaba dormido y me quedé con las ganas de oír la continuación de la historia. Cuando llevé la merienda a las eras del Juncal, me preguntó por qué no había ido al pajar. A mi respuesta dijo tajante:

-Otra vez me despiertas. Te espero mañana a la misma hora.

Y añadió que me hablaría de Argimiro 'El Modorro'.

Argimiro 'El Modorro' era vecino de Luis. Las casas de sus padres estaban separadas por una pared de adobe. Desde niños habían jugado juntos y de jóvenes siempre se les vio uno al lado del otro en ocasiones donde los amigos necesitan rubricar su camaradería. Por lo que a nadie extrañó que, cuando falleciera la novia de Luis, fuera su sombra dolorida. El abrazo de ambos en el cementerio conmovió a toda la concurrencia e hizo llorar a las mujeres, las cuales prorrumpieron en gritos lastimeros. Sobre todas ellas sobresalió el lamento de doña Delfina, señora del palacio de Los Delgadillos de Fuentespreadas; y tampoco chocó esta muestra de desgarro por ser ella íntima amiga de la difunta y ama de Argimiro.

La vida de estos amigos corrió paralela. Si a Luis lo acogió el párroco de niño, a Argimiro lo alimentaron los padres de Delfina en su casa. Y si a uno dejó de hablarle el cura cuando abandona los estudios eclesiásticos, al otro lo echaron de la casona tras apercibirse los dueños de que hacía ciertas bellaquerías con su hija detras de las puertas. Y aquí terminaron sus andanzas juntos, pues a Luis, como sabes, lo metieron en la cárcel y Argimiro, muertos los padres de Delfina, volvió al palacio. 

Mas no, como algunos pensaron, a continuar con sus juegos carnales de adolescentes sino como criado a trabajar de firme. Ya muy de mañana, cuando apenas la aurora iniciaba sus matutinos destellos, aterido de frío en pleno invierno, se le veía dirigirse a la casa, con el sueño en sus ojos; allí ponía leña en el hogar y la prendía para que la dueña, cuando se levantase, se sentara en el escaño a desayunar con la cocina caldeada; luego, daba de comer a bueyes y mulas, ordeñaba las vacas, limpiaba las cuadras y, llenos los asnales de estiércol, lo transportaba hasta el corral; allí echaba la comida a los cerdos, paja a la burra, granos de trigo a las gallinas; y bajaba a la bodega a llenar jarras de vino para los jornaleros. Al llegar a la cocina con el vino, lo metía en la despensa y se sentaba a desayunar con el ama que había preparado un suculento almuerzo compuesto de huevos fritos con chorizo y sopas de leche. En el transcurso del mismo se discutía sobre las labores a realizar en el campo: arar, aricar, cavar, sacar la remolacha, cortar los sarmientos de las cepas... Cuando Argimiro insistía en llevarle la contraria discutían, sin consentir ella que levantara la voz. Llegaron a estimarse, incluso intimar... Mas en la imaginación de él que en la inclinación o predisposición de ella.  A veces le hacía gracia a ella la voz aflautada de Argimiro y como lo viera sonrojarse le acariciaba la cara diciéndole:

-No te enfades. No me río de ti.

Argimiro tenía una voz dulce, un si es no es femenina y en momentos tan aguda que algunos decían aflautada y para los criados, que estaban a su cargo, chillona. De cara redonda, boca sonriente, ancha, con dientes muy separados; si lo cabreaban apretaba los labios y sus ojos azules se volvían acerados y daba hasta un poco de miedo. Eran unos segundos que, al que los contempló, le hizo pensar que su campechanía era superficial. En alguna borrachera quiso agredir a un criado fornido y si no hubiera sido por su amigo Luis el otro le hubiera zurrado la badana y habría corrido la sangre pues escondía 'El Modorro' una navaja en el bolsillo. Eran arrebatos. El comportamiento cotidiano era de pura mansedumbre. 

Al morir su amiga Angustias, Delfina solía preguntarle por el estado de su amigo Luis. La contestación era siempre la misma:

-Lo estaba pasando mal pero lo superará. Es muy fuerte. 

Y seguía contándole aventuras por los pueblos de los alrededores en los que hacía hincapié, adrede, en la temeridad, dureza y frialdad en la conquista de las mozas de su amigo; hechos ajenos al recogimiento, piedad y devoción que demostraba en la iglesia. Defectos que agrandaban la personalidad del hijo de Eufrasia y Teodomiro.

Terminados sus relatos y acordadada la faena, él y otros criados marchaban al campo.

-Como yo que tengo que levantarme de la siesta para ir a trillar al Juncal, otro día te sigo contando cosas de don Luis 'El Breve'.

(proseguirá) ---

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